martes, 1 de noviembre de 2016

El Elefante en la Habitación

Fiesta de fin de cursos de primaria en un colegio privado, cristiano y bilingüe de Montevideo.

Como es de rigor, abre el director con un discurso resaltando los valores cristianos de la institución y cómo esos valores son faro y guía para la vida.

Sigue la acostumbrada liturgia de los abanderados y la profesión patriótica, que por supuesto incluye cantar con fervor “Mi Bandera”, pronunciando correctamente el párrafo que dice: “No ambiciono otra fortuna ni reclamo más honor que morir por mi bandera….”

A continuación, y para dar inicio a la parte artística donde los alumnos demuestran sus destrezas, se comienza, igual que todos los años, con una de las pocas piezas musicales modernas sobre las que existe consenso universal de aprobación: “Imagine” de John Lennon.

Allí, con impecable pronunciación en inglés, se enuncia, como lo evidentemente deseable para una humanidad feliz:

“… Imagine there´s no heaven ...”  “… and no religion too …”
(imagina que no existe el paraíso … ni religión …”)

“… nothing to kill or die for …”
(nada por lo que matar o morir …”)

Viendo las caras de felicidad y embelesamiento de todos los asistentes y participantes, me pregunto: ¿sólo yo veo estas cosas?  ¿nadie se alarma o se siente aunque sea un poco incómodo por la flagrante contradicción?

Soy consciente de que es perfectamente posible vivir en contradicción intelectual, casi en estado de esquizofrenia.  Yo no podría, valoro la coherencia por sobre todas las cosas, pero es claro que no es así para la generalidad de las personas.


Cambio de escenario.

Esta semana tuve el enorme gusto de asistir al festejo de los primeros quince años de Ingenio, la incubadora de empresas de base tecnológica pionera en el país. 
Ese emprendimiento, iniciativa conjunta de ORT, Latu y Bid-Fomin es seguramente una de las mejores cosas que se han hecho en Uruguay en pos del verdadero progreso, de creación de riqueza y de integración al mundo que va para adelante.

Sobre el escenario y frente a él, estuvo una porción importantísima de la elite intelectual del país, líderes y formadores de opinión.  Fue un verdadero placer asistir al relato del proceso de estímulo al desarrollo del "ecosistema emprendedor" nacional.

Sin embargo, hablando luego con algunas de las figuras clave, gente inteligente por demás, apareció, como siempre, el pesimismo respecto al futuro y esa sensación de que todos los días se empieza de cero, de que nunca está asegurada la continuidad de los esfuerzos, y sobre todo, de que parecería haber una desproporción entre los esfuerzos y recursos aplicados y los resultados obtenidos.
No es que los resultados sean malos; todo lo contrario.  Para lo que estamos acostumbrados, Ingenio brilla como una joya. 
Pero en comparación con lo que se ve en ese campo en países de población comparable como Finlandia, Suecia, Singapur, Nueva Zelanda o Israel, no podemos desterrar de nuestra mente la metáfora de la montaña pariendo un ratón.
Se siente como si nunca se alcanzara una masa crítica conceptual, no en el sentido numérico, sino en la aceptación y asimilación total de la idea.

Hay muchos factores que pueden explicar este fenómeno.

Pero a mi entender, hay uno que es por lejos el más importante, y que es como el elefante en la habitación.  Increíble que no se lo vea.  Igual que "Imagine".

Ese factor se llama Ideología.

Es clarísimo - salvo para el dogmático más obtuso - que todo lo que tiene que ver con emprendedurismo, empresarialidad, innovación, creación de riqueza, desarrollo tecnológico, etc., etc. solo tiene sentido en un contexto de libre mercado y de economía capitalista liberal en un marco de estado de derecho.

El propio vocabulario utilizado se convierte en palabrerío vacío si no se refiere a ese contexto: startups, IPO´s, mercado accionario, marketing, economía digital, internet, M&A, R&D (I+D+I), RSE...

Pero en Uruguay todos, aún los no votantes del FA, somos socialistas.  Lo tenemos en los huesos.  Nos han enseñado desde chicos que el socialismo es algo intrínsecamente bueno y el capitalismo algo deleznable.  Y nos lo creímos.  Décadas de evidencia en contrario no nos mueven un milímetro las convicciones (1).
El ideal socialista es que todos seamos funcionarios, meras piezas en la maquinaria estatal.  La tarea de pensar e innovar se limita a los miembros de la nomenclatura.

Estamos compitiendo contra nadadores olímpicos que se zambullen de cabeza y antes de tocar el agua ya están braceando con entusiasmo, mientras nosotros ponemos un dedito del pie en el agua a ver si no está demasiado fría.

Hacemos lo que hay que hacer, es cierto - no se puede ignorar la realidad - pero a regañadientes, con mil peros y tratando de buscar excusas que nos justifiquen si, horror de los horrores, llega a irnos bien y hacemos algo de dinero.

Reconozcámoslo de una vez, amigos.  Si no abrazamos el capitalismo liberal con entusiasmo, siempre vamos a perder la carrera.  No se puede ser exitoso en algo en lo que no se cree.  Es así de fácil.  Esa es la transformación cultural que necesitamos.
Difícil para sagitario. (2)


(1) Ludwig Von Mises desarrolla extensamente este asunto en forma clara y amena en su ensayo "La Mentalidad Anticapitalista".  No es coincidencia que faros del pensamiento humano como Von Mises o Hayek sean prácticamente desconocidos en nuestro mediocre hemisferio.  ¿Censura?  ¿Proscripción? ¿Autocercenamiento?  Noooo...

(2) Dejo de lado la discusión de porqué el capitalismo liberal es infinitamente superior en eficiencia y legitimidad moral al socialismo, una ideología fracasada que solo ha producido miseria e infelicidad.  Es una argumentación demasiado fácil y que a esta altura de la vida, ya me aburre.


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