jueves, 15 de septiembre de 2016

¿Acaso Dios es Taoista? (Delicioso diálogo del lógico y mago Raymond Smullyan) - advertencia: es largo

  
¿ACASO  DIOS  ES  TAOISTA?

Raymond Smullyan, extractado de "The Mind´s I", D.Hofstadter, D.Dennet
Traducción: Hugo Donner


  
MORTAL:  Y por lo tanto te ruego, oh Dios, si tienes un gramo de misericordia por ésta tu sufriente criatura, absuélveme de tener que tener libre albedrío.

DIOS:  ¿Rechazas el más grande don que te he dado?

MORTAL: ¿Cómo puedes llamar don a esto que me ha sido impuesto? Tengo libre albedrío, pero no por propia elección. Nunca he elegido libremente tener libre albedrío. ¡Debo tenerlo, quiera o no!

DIOS: ¿Por qué desearías no tener libre albedrío?

MORTAL: Porque libre albedrío significa responsabilidad moral, y la responsabilidad moral es más de lo que puedo soportar!

DIOS: ¿Por qué encuentras la responsabilidad moral tan insoportable?

MORTAL: ¿Por qué? Honestamente, no soy capaz de analizar el porqué; sólo sé que es así.

DIOS: De acuerdo, en tal caso, supongamos que te absuelva de toda responsabilidad moral, pero mantenga tu libre albedrío. ¿Eso sería satisfactorio?

MORTAL (luego de una pausa): No, temo que no.

DIOS: ¡Ajá, tal como pensé! La responsabilidad moral no es el único aspecto del libre albedrío que te ofrece reparos. ¿Qué otra cosa del libre albedrío te está molestando?

MORTAL: Teniendo libre albedrío, soy capaz de pecar, ¡y no deseo pecar!

DIOS: Si no quieres pecar, ¿por qué lo haces?

MORTAL: ¡Dios santo! ¡No sé por qué peco, simplemente lo hago! Surgen tentaciones malignas, y, por más que lo intento, no puedo resistirlas.

DIOS: Si es cierto que no puedes resistirlas, entonces no estás pecando por tu propio libre albedrío y por lo tanto (al menos según mi opinión) no estarías pecando en lo más mínimo.

MORTAL: ¡No, no!  Lo que siempre siento es que si sólo pusiera más voluntad, podría evitar pecar.  Pienso que la voluntad es infinita.  Si uno deseara no pecar de todo corazón, entonces no lo haría.

DIOS: Bien, supongo que tú sabrás.  ¿Y tú intentas evitar pecar con todas tus fuerzas o no?

MORTAL: ¡Honestamente no lo sé!  En el momento, siento que estoy intentando con todas las fuerzas que tengo, pero en retrospectiva, me preocupa pensar que no fue así.

DIOS: Entonces, en otras palabras, no sabes realmente si has pecado o no.  Existe la posibilidad de que no hayas pecado para nada!

MORTAL: Por supuesto que esa posibilidad existe, pero quizá sí haya estado pecando, y ese pensamiento es lo que me aterroriza.

DIOS: ¿Por qué te aterroriza el pensamiento de que puedas cometer pecados?

MORTAL: ¡No sé porqué!  Por una parte, se sabe que tú sueles administrar unos tremendos castigos en la vida después de la muerte.

DIOS: ¡Ah, eso es lo que te preocupa!  ¿Porqué no lo dijiste en primer lugar, en vez de dar tantos rodeos con el libre albedrío y la responsabilidad moral?  ¿Porqué no me pediste simplemente que no te castigue por tus pecados?

MORTAL: Creo ser lo suficientemente realista como para saber que nunca concederías un pedido como ese!

DIOS: ¡No me digas!  Resulta que tienes un conocimiento cabal de qué cosas yo concedería y cuáles no, ¿eh?  Bien, te diré lo que haremos.  Te daré un permiso muy, muy especial para pecar tanto como quieras, y te doy mi palabra divina que no te castigaré en absoluto.  ¿Conforme?

MORTAL (en estado de pánico): ¡No, no, no lo hagas!

DIOS: ¿Por qué no?  ¿No confías en mi divina palabra?

MORTAL: ¡Por supuesto que sí!  Pero, ¿no te das cuenta?  ¡Yo no quiero pecar!  Siento un total aborrecimiento por el pecado, independientemente de los castigos que pudiera acarrear.

DIOS: En ese caso, mejoraré mi oferta.  Te quitaré el aborrecimiento por el pecado.  Aquí tienes una píldora mágica.  Simplemente trágala y perderás todo el aborrecimiento hacia el pecado.  Pecarás alegremente a diestra y siniestra, sin remordimientos ni aborrecimiento, y aún así, mantengo mi promesa de que no recibirás ningún castigo de mí, ni de ti mismo, ni de ningún otro origen.  Serás feliz por toda la eternidad.  ¡Aquí tienes la píldora!

MORTAL:  ¡No, no!

DIOS: ¿No estás comportándote en forma irracional?  Estoy incluso removiendo tu aborrecimiento por el pecado, que era tu último obstáculo.

MORTAL: ¡Aún así no lo haré!

DIOS: ¿Por qué no?

MORTAL: Yo creo que la píldora efectivamente removerá mi aborrecimiento futuro por el pecado, pero mi aborrecimiento presente es suficiente para impedir que quiera tomarla.

DIOS: ¡Yo te ordeno que la tomes!

MORTAL: ¡Me rehuso a hacerlo!

DIOS: ¿Cómo, te rehusas por tu propia libre elección?

MORTAL: ¡Sí!

DIOS: Parece que a veces tu libre albedrío resulta muy útil, ¿no es cierto?

MORTAL: No comprendo.

DIOS: ¿No estás contento ahora de tener la capacidad de rechazar una oferta tan desagradable? ¿Qué te parecería si te forzara a tomar la píldora, lo quieras o no?

MORTAL: ¡No, no! ¡Por favor, no lo hagas!

DIOS: Por supuesto que no lo haré.  Solo estoy tratando de ilustrar el concepto.  Bien, pongámoslo de esta forma: En lugar de forzarte a tomar la píldora, supongamos que te conceda tu plegaria original  -- remover tu libre albedrío-  pero con el sobreentendido de que, en el momento en que ya no seas libre, entonces tomarás la píldora.

MORTAL: Una vez que no tenga voluntad, ¿cómo es posible que elija tomar la píldora?

DIOS: Yo no dije que lo vayas a elegir; sencillamente dije que la tomarás.  Actuarás, digamos, de acuerdo a leyes puramente determinísticas, que serán tales que, de hecho, tomarás la píldora.

MORTAL: Aún así me rehuso.

DIOS: Así que rehusas mi oferta de remover tu libre albedrío.  Esto es algo distinto de tu plegaria original, ¿no es así?

MORTAL: Ahora veo tu intención.  Tu argumentación es ingeniosa, pero no estoy seguro de que sea correcta.  Hay un par de puntos que me gustaría repasar.

DIOS: Con gusto.

MORTAL: Hay dos cosas que has dicho que me parecen contradictorias.  Primero dijiste que nadie puede pecar a menos que lo haga por su propia libre decisión.  Pero luego dijiste que me darías una píldora que me privaría de mi libre albedrío, y entonces podría pecar tanto como quisiera.  Pero si yo ya no tuviera libre albedrío, entonces, según tu primera afirmación, ¿cómo podría ser capaz de pecar?

DIOS: Estás confundiendo dos partes distintas de nuestra conversación.  Yo nunca dije que la píldora te privaría de tu libre albedrío, sino que removería tu aborrecimiento por el pecado.

MORTAL: Temo estar un poco confundido.

DIOS: Bien, entonces empecemos de nuevo.  Supongamos que yo concuerdo en quitarte tu libre albedrío, pero con el entendimiento de que a partir de ese momento realizarás un enorme número de actos que hoy consideras pecaminosos.  Técnicamente, no estarás pecando, ya que no estarás cometiendo esos actos por tu propia decisión.  Y esos actos no estarán sujetos a responsabilidad moral, ni culpabilidad moral, ni ningún tipo de castigo.  Sin embargo, esos actos serán del tipo que tú hoy consideras pecaminosos; todos ellos tendrán esa cualidad que hoy te causa aborrecimiento, pero tu aborrecimiento habrá desaparecido; por lo tanto no sentirás entonces aborrecimiento por esos actos.

MORTAL: No, pero siento ahora un aborrecimiento hacia esos actos, y este aborrecimiento presente es suficiente para evitar que acepte tu propuesta.

DIOS: ¡Hum! Permíteme entenderlo bien.  Deduzco que ya no deseas que te quite el libre albedrío.

MORTAL (renuentemente): No, creo que ya no lo deseo.

DIOS: Bien, no lo haré.  Pero no creo haber entendido claramente porqué ya no quieres librarte de tu libre albedrío.  Por favor dímelo nuevamente.

MORTAL: Porque, según me has dicho, sin libre albedrío, pecaré aún más que ahora.

DIOS: Pero ya te he dicho que sin libre albedrío no se puede pecar.

MORTAL: Pero si elijo ahora liberarme del libre albedrío, entonces todas mis subsiguientes acciones malignas serán pecados, no del futuro, sino del momento presente en que elijo no tener libre albedrío.

DIOS: Suena como una fea trampa, ¿no es cierto?

MORTAL: ¡Por supuesto que estoy atrapado! Me has colocado en esta odiosa situación de doble amenaza.  Ahora cualquier cosa que haga será equivocada.  Si mantengo mi libre albedrío, continuaré pecando, y si lo abandono (con tu ayuda, claro está), estaré cometiendo un pecado al hacerlo.

DIOS: Pero de la misma forma, tú me colocas a mí en una situación similar.  Yo estoy dispuesto a dejarte tu libre albedrío o quitártelo, según tú escojas, pero ninguna de las dos alternativas parece conformarte.  Deseo ayudarte, pero parecería que no puedo.

MORTAL: ¡Es cierto!

DIOS: Pero si no es mi culpa, ¿por qué estás enojado conmigo?

MORTAL: ¡Por haberme colocado en este aprieto desde el primer momento!

DIOS: Pero, según tú, no hay nada satisfactorio que pudiera haber hecho.

MORTAL: Querrás decir que no hay nada satisfactorio que puedas hacer ahora, pero eso no significa que no haya nada que hubieras podido hacer.

DIOS  : ¿Porqué? ¿Qué cosa podría haber hecho?

MORTAL: Obviamente, nunca deberías haberme dado el libre albedrío en primera instancia.  Ahora que me lo has dado, ya es demasiado tarde- cualquier cosa que haga será mala.  Pero nunca me lo deberías haber dado en primer lugar.

DIOS: ¡Ah, así que es eso! ¿Y por qué hubiera sido mejor si no te lo hubiera dado?

MORTAL: Porque entonces nunca hubiera sido capaz de pecar.

DIOS: Bueno, siempre me alegra aprender de mis errores.

MORTAL: ¡¿Qué?!

DIOS: Ya sé, suena como una auto-blasfemia, ¿no es así?  ¡Casi resulta una paradoja lógica! Por un lado, como te han enseñado, es moralmente incorrecto para cualquier ser consciente, afirmar que soy capaz de cometer errores.  Por otro lado, tengo el derecho de hacer cualquier cosa.  Pero yo también soy un ser consciente.  Entonces la cuestión es, ¿tengo o no el derecho de afirmar que soy capaz de cometer errores?

MORTAL: ¡Eso es un chiste malo!  Una de tus premisas es simplemente falsa.  No me han enseñado que sea incorrecto para cualquier ser consciente dudar de tu omnisapiencia, sino sólo para los mortales, y como tú no eres mortal, estás libre de esa restricción.

DIOS: Bien, lo estás descubriendo en un nivel racional.  De todas formas, fue obvio que te resultó asombroso escucharme decir que me alegro de aprender de mis errores.

MORTAL: Por supuesto que me asombró.  No por tu auto-blasfemia  -- como jocosamente la llamaste -, no porque no tuvieras derecho a decirlo, sino simplemente porque lo dijeras, ya que me han enseñado que de hecho, tú no cometes errores.  Por eso me resultó asombrosa tu afirmación de que es posible que cometas errores.

DIOS: No he dicho que sea posible.  Todo lo que dije es que si cometiera errores, me alegraría aprender de ellos.  Pero ello no implica que el si condicional haya tenido lugar o pueda tenerlo.

MORTAL: Por favor, dejémonos de sutilezas con respecto a ese punto.  ¿Admites o no admites que fue un error haberme dado el libre albedrío?

DIOS: Bueno, esto es precisamente lo que propongo que investiguemos.  Permíteme que repase tu situación presente.  No deseas tener libre albedrío, porque con él puedes pecar, y no quieres pecar.  (Aunque sigo pensando que esto es un enigma; en algún sentido tú debes querer pecar, si no fuera así no lo harías y listo.  Pero dejemos las cosas así por ahora.)  Por otro lado, si consintieras en abandonar el libre albedrío, serías responsable ahora por tus actos del futuro.  Ergo, no debería haberte dado el libre albedrío en primer lugar.

MORTAL: ¡Exactamente!

DIOS: Entiendo perfectamente cómo te sientes.  Muchos mortales -- incluso algunos teólogos -- se han quejado de que he sido injusto, ya que fuí yo, y no ellos, quien decidió que tuvieran libre albedrío, y luego los responsabilicé a ellos  por sus acciones.  En otras palabras, sienten que están obligados a cumplir conmigo un contrato que no aceptaron en primera instancia.

MORTAL: ¡Exactamente!

DIOS: Como dije, entiendo perfectamente ese sentimiento. ¡Y puedo apreciar la justicia de la queja.  Pero esta queja se origina en una comprensión poco realista de los puntos involucrados.  Voy a iluminarte respecto a esos puntos, y pienso que los resultados te sorprenderán!  Pero en lugar de contártelo directamente, continuaré utilizando el método socrático.
          Repitamos, tu te lamentas de que te haya dado el libre albedrío.  Yo afirmo que cuando llegues a ver las verdaderas ramificaciones del problema, ya no te lamentarás.  Para probar mi tesis, te diré lo que haré.  Estoy a punto de crear un nuevo universo --un nuevo continuo espacio-tiempo.  En este nuevo universo nacerá un mortal como tú --para todos los efectos prácticos, podríamos decir que tú renacerás.  Ahora, puedo darle a este mortal --este nuevo tú-- libre albedrío, o bien puedo no dárselo.  ¿Qué prefieres que haga?

MORTAL (con gran alivio): ¡Por favor! ¡Evítale el tener que tener libre albedrío!

DIOS: Bien, haré como tú dices.  Pero te das cuenta que este nuevo , sin libre albedrío, cometerá todo tipo de actos horribles.

MORTAL: Pero no serán pecados, ya que no tendrá libre albedrío.

DIOS: Los llames pecados o no, permanece el hecho de que serán actos horribles, en el sentido que causarán gran dolor a muchos seres conscientes.

MORTAL (luego de una pausa): ¡Dios mío, me has atrapado otra vez! ¡Siempre el mismo juego! Si ahora te doy vía libre para crear esta nueva criatura sin libre albedrío, que aún así cometerá todo tipo de actos atroces, entonces ciertamente no estará pecando, pero nuevamente, yo seré el pecador al consentir esto.

DIOS: En ese caso, propondré algo mejor.  Mira, ya he decidido si crearé a ese nuevo con o sin libre albedrío.  Ahora escribo mi decisión en este pedacito de papel y no te lo mostraré hasta más tarde.  Pero mi decisión ya está hecha y es absolutamente irrevocable.  No hay nada que puedas hacer para alterarla; no tienes ninguna responsabilidad en este asunto.  Ahora, lo que quisiera saber es: ¿Cuál prefieres que haya sido mi decisión?  Recuerda que la responsabilidad por la decisión cae íntegramente sobre mis hombros.  Por lo tanto, puedes decirme honestamente y sin temor, ¿qué prefieres que haya decidido?

MORTAL (tras una muy larga pausa): Espero que hayas decidido darle libre albedrío.

DIOS: ¡Qué interesante! ¡He removido tu último obstáculo!  Si no le doy libre albedrío, no se puede imputar pecado a nadie.  Entonces, ¿por qué deseas que se lo dé?

MORTAL: Porque, pecado o no pecado, lo que importa es que, si no le das libre albedrío, entonces (de acuerdo con lo que has dicho) él andará por ahí lastimando a la gente, y no quiero ver gente lastimada.

DIOS  (con un infinito suspiro de alivio): ¡Por fin! ¡Por fin ves el punto verdadero!

MORTAL: ¿Cuál?

DIOS: ¡Que el pecado no es la cuestión!  ¡Lo importante es que la gente, y otros seres conscientes no sean lastimados!

MORTAL: ¡Pareces un utilitarista!

DIOS: ¡Soy un utilitarista!

MORTAL: ¡¿Qué?!

DIOS: Qué o no qué, soy un utilitarista.  No un unitarista, por favor, sino un utilitarista.

MORTAL: ¡Simplemente no lo puedo creer!

DIOS: Sí, ya sé, tu entrenamiento religioso te ha enseñado otra cosa.  Probablemente hayas pensado en mí más como un kantiano que como un utilitarista, pero resulta que tu entrenamiento sencillamente estaba equivocado.

MORTAL: ¡Me dejas sin habla!

DIOS: Te dejo sin habla, ¿no?   Bueno, quizá eso no sea demasiado malo -- veo que tienes una tendencia a hablar de más.  Pero, en serio, ¿por qué piensas ahora que te he dado el libre albedrío en el primer momento?

MORTAL: ¿Porqué? Nunca pensé mucho en el porqué.  Todo lo que he estado argumentando hasta ahora es que no deberías haberlo hecho.  Pero, ¿por qué lo hiciste?  Lo único que puedo imaginar es la explicación religiosa estándar: Sin libre albedrío, uno no es capaz de merecer la salvación o la perdición.  Por lo tanto, sin libre albedrío, no podríamos ganar el derecho a la vida eterna.

DIOS: ¡Muy interesante! Yo tengo vida eterna; ¿piensas que he hecho algo para merecerla?

MORTAL: ¡Por supuesto que no!  ¡Tu caso es diferente!  Tú ya eres tan bueno y perfecto (por lo menos eso dicen) que no es necesario que te hagas merecedor de la vida eterna.

DIOS: ¿Realmente?  Eso me coloca en una posición envidiable, ¿no es cierto?

MORTAL: Me parece que no te entiendo.

DIOS: Aquí me encuentro, eternamente bienaventurado sin haber tenido que sufrir, ni hacer sacrificios, ni luchar contra tentaciones malignas, ni nada de eso.  Sin ningún "mérito" de ese tipo, disfruto de una bienaventurada existencia eterna.

En contraste, ustedes los pobres mortales, deben sudar y sufrir, y experimentar todo tipo de horribles conflictos sobre moralidad, ¿y todo para qué?  Ni siquiera saben si yo realmente existo, o si hay otra vida después de la muerte, y si la hay, qué papel juegan en ella.  No importa cuánto intenten satisfacerme siendo "buenos", nunca pueden tener verdadera seguridad de que vuestro "mejor" es suficiente para mí, y por lo tanto no tienen real confianza en que obtendrán la salvación.  ¡Sólo piensa en eso!  Yo ya tengo el equivalente a la salvación -- y nunca tuve que transitar ese infinito y lúgubre proceso de ganarla.  ¿Nunca me envidiaste por eso?

MORTAL: ¡Pero si es blasfemo envidiarte!

DIOS: ¡No me embromes! No estás hablando con tu maestro de la escuela dominical, estás hablando conmigo. Blasfemo o no blasfemo, la cuestión no es si tienes o no derecho de envidiarme, sino si me envidias o no. ¿Cuál es la respuesta?

MORTAL: ¡Por supuesto que te envidio!

DIOS: ¡Bien!  Según tu visión actual de las cosas, sin duda debes envidiarme y mucho.  Pero pienso que ya no lo harás cuando tengas una visión más realista.  Así que realmente te has tragado la idea que te han enseñado de que tu vida en la tierra es como un período de examen, y que el propósito de darte libre albedrío es para examinarte, para ver si mereces una bienaventurada vida eterna.  Pero lo que me sorprende es esto: Si realmente crees que soy tan bueno y benevolente como se dice de mí, ¿por qué requeriría que la gente se haga merecedora de cosas como la felicidad y la vida eterna?  ¿Por qué no otorgar esas cosas a todos, independientemente de que las merezcan o no?

MORTAL: Pero me han enseñado que tu sentido de moralidad  -- tu sentido de justicia --  exige que la bondad sea recompensada con felicidad y la maldad sea castigada con dolor.

DIOS: Entonces te han enseñado mal.

MORTAL: ¡Pero la literatura religiosa está tan llena de estas ideas!  Fíjate por ejemplo la obra de Jonathan Edwards "Pecadores en manos de un Dios colérico".  En ella te describe sosteniendo a tus enemigos como odiosos escorpiones sobre el pozo llameante del infierno, evitando que caigan al destino que merecen sólo por efecto de tu piedad.

DIOS: Por suerte, nunca me vi expuesto a las andanadas del señor Jonathan Edwards.  Se han predicado muy pocos sermones más desencaminados que los suyos.  El mismo título de la obra lo dice todo.  En primer lugar, nunca estoy colérico.  En segundo lugar, yo nunca pienso en términos de "pecado".  En tercer lugar, no tengo enemigos.

MORTAL: ¿Quieres decir que no hay gente que odies, o que no hay gente que te odie?

DIOS: Quise decir lo primero, aunque resulta que lo segundo también es cierto.

MORTAL: ¡Vamos, vamos! Yo conozco gente que ha manifestado abiertamente que te odia.  ¡Incluso yo he llegado a odiarte algunas veces!

DIOS: Lo que quieres decir es que has odiado la imagen que tienes de mí.  Eso no es lo mismo que odiarme tal como realmente soy.

MORTAL: ¿Estás tratando de decir que no está mal odiar una falsa concepción de tí, pero sí está mal odiarte como realmente eres?

DIOS: No, no es eso para nada.  ¡Estoy diciendo algo mucho más drástico!  Lo que estoy diciendo no tiene absolutamente nada que ver con lo que está bien o lo que está mal.  Lo que estoy diciendo es que alguien que me conozca por lo que realmente soy, simplemente encontraría que es psicológicamente imposible odiarme.

MORTAL: Dime, ya que parecería que nosotros los mortales tenemos una visión tan equivocada sobre tu verdadera naturaleza, ¿por qué no nos iluminas?  ¿Por qué no nos guías por el camino correcto?

DIOS: ¿Qué te hace pensar que no lo hago?

MORTAL: Quiero decir, ¿por qué no te apareces ante nuestros sentidos y simplemente nos dices que estamos equivocados?

DIOS: ¿Realmente eres tan cándido como para creer que soy un tipo de ser que puede aparecer ante tus sentidos?  Sería más correcto decir que yo soy tus sentidos.

MORTAL (pasmado): ¿Tú eres mis sentidos?

DIOS: No exactamente, soy más que eso.  Pero eso es más cercano a la verdad que la noción de que soy perceptible por los sentidos.  No soy un objeto, como tú; soy un sujeto, y un sujeto puede percibir, pero no ser percibido.  No puedes verme tanto como no puedes ver tus pensamientos.  Puedes ver una manzana, pero el hecho de ver una manzana en sí mismo no es visible.  Y yo soy mucho más parecido al hecho de ver una manzana que a la propia manzana.

MORTAL: Si no te puedo ver, ¿cómo sé que existes?

DIOS: ¡Buena pregunta! De hecho, ¿cómo sabes que existo?

MORTAL: Bueno, estoy hablando contigo, ¿no?

DIOS: ¿Cómo sabes que estás hablando conmigo?  Supón que le cuentas a tu psiquiatra, "Ayer conversé con Dios".  ¿Qué piensas que diría?
 
MORTAL: Eso depende del psiquiatra.  Como la mayoría son ateos, supongo que lo más probable es que me diga que sólo estuve hablando conmigo mismo.

DIOS: ¡Y estaría en lo cierto!

MORTAL: ¿Cómo?  ¿Quieres decir que no existes?

DIOS: ¡Tienes la más extraña costumbre de sacar falsas conclusiones!  Sólo porque estás hablando contigo mismo ¿se concluye que yo no existo?

MORTAL: Bien, si yo pienso que estoy hablando contigo, pero en realidad estoy hablando conmigo mismo, ¿en qué sentido existes?

DIOS: Tu pregunta se basa en dos falacias más una confusión.  La cuestión de si estás o no hablando conmigo ahora, y la cuestión de mi existencia son dos cosas totalmente distintas.  Incluso si no estuvieras hablando conmigo (es obvio que sí lo estás haciendo), aún así no significaría que no existo.

MORTAL: Bueno, sí, por supuesto.  Entonces, en lugar de decir "si estoy hablando conmigo mismo, entonces tú no existes", debí haber dicho, "si estoy hablando conmigo mismo, entonces obviamente no estoy hablando contigo."

DIOS: Efectivamente es una frase diferente, pero sigue siendo falsa.

MORTAL: ¡Vamos, vamos! Si sólo estoy hablando conmigo mismo, ¿cómo puedo estar hablando contigo?

DIOS: Tu utilización de la palabra "sólo" es algo engañosa.  Puedo sugerir unas cuantas posibilidades lógicas según las cuales hablar contigo mismo no implica que no estés hablando conmigo.

MORTAL: ¡Dime sólo una!

DIOS: Bien, obviamente, una posibilidad es que tú y yo seamos lo mismo.

MORTAL: ¡Qué pensamiento tan blasfemo  -- si yo lo hubiera pronunciado!

DIOS: Según algunas religiones, sí.  Según otras, es la plena, simple, e inmediatamente perceptible verdad.

MORTAL: Entonces, ¿la única solución a mi dilema es creer que tú y yo somos la misma cosa?

DIOS: ¡En absoluto!  Esa es sólo una solución.  Existen muchas otras.  Por ejemplo, pudiera ser que tú eres una parte de mí, en cuyo caso estarías hablando con la parte de mí que eres tú.  O yo puedo ser parte de tí, en cuyo caso estarías hablando con la parte de tí que soy yo.  O quizá, tú y yo nos superponemos parcialmente, en cuyo caso estarías hablando con la intersección y por lo tanto con ambos. 
          La única forma de que el hecho de estar hablando contigo mismo parezca implicar que no estás hablando conmigo es que tú y yo seamos dos entidades totalmente disjuntas  -- y aún así podría ser que estuvieras  hablando con ambos a la vez.

MORTAL: Entonces afirmas que existes.

DIOS: De ninguna forma.  Otra vez estás sacando falsas conclusiones.  La cuestión de mi existencia ni siquiera se ha planteado.  Todo lo que dije es que del hecho de que estés hablando contigo mismo, uno no puede inferir mi inexistencia, y menos aún el hecho más simple de que no estás hablando conmigo.

MORTAL: Bien, te concedo la razón en eso.  Pero lo que realmente deseo saber es, ¿existes o no?

DIOS: ¡Qué pregunta tan extraña!

MORTAL: ¿Por qué?  Los hombres se la han estado preguntando por muchos milenios.

DIOS: ¡Ya lo sé! La pregunta en sí no es extraña.  Lo que quiero decir es que es una pregunta muy extraña para preguntármela a .

MORTAL: ¿Por qué?

DIOS: ¡Porque justamente yo soy aquél cuya existencia dudas!  Comprendo perfectamente tu ansiedad.  Estás preocupado de que esta experiencia conmigo sea una mera alucinación.  Pero, ¿cómo puedes pretender obtener información confiable de un ser sobre su propia existencia cuando sospechas que el mismo pudiera no existir?

MORTAL: ¿Entonces no me vas a decir si existes o no?

DIOS: ¡No estoy siendo terco!  Simplemente quiero señalar que ninguna respuesta que te dé te dejará satisfecho.  Bien, supón que te dijera, "No, no existo." ¿Eso qué probaría? ¡Absolutamente nada!  O si dijera, "Sí, sí existo."  ¿Eso te convencería?  ¡Seguro que no!

MORTAL: Pero, si tú no puedes decirme si existes o no, ¿quién podrá?

DIOS: Eso es algo que nadie podrá decirte.  Es algo que sólo tú puedes averiguar por tí mismo.

MORTAL: ¿Cómo hago para averiguarlo por mí mismo?

DIOS: Tampoco eso te lo puede decir nadie.  Es otra cosa que deberás averiguar por tí mismo.

MORTAL: Entonces, ¿no hay forma de que puedas ayudarme?

DIOS: Yo no he dicho eso.  Dije que no hay forma de que pueda decírtelo.  Pero eso no significa que no pueda ayudarte.

MORTAL: ¿En qué forma puedes ayudarme?
 
DIOS: ¡Sugiero que eso me lo dejes a mí!  Nos hemos apartado del tema, y quisiera retornar a la cuestión de cuál crees que fue mi propósito al darte libre albedrío.  Tu primera idea de que te lo he dado para probar si mereces o no la salvación puede resultar atractiva para muchos moralistas, pero a mí me resulta bastante desagradable.  ¿No puedes pensar en una razón más simpática  -- más humana --  para haberte dado libre albedrío?

MORTAL: Bueno, una vez le hice esa pregunta a un rabino ortodoxo. Me dijo que, por la forma en que estamos constituidos, sencillamente no nos es posible disfrutar la salvación a menos que sintamos que la hemos ganado.  Y para ganarla, necesitamos, por supuesto, el libre albedrío.

DIOS: Efectivamente, esa explicación es mucho más simpática que la anterior, pero aún está lejos de ser correcta.  Según el judaísmo ortodoxo, yo creé a los ángeles, y no tienen libre albedrío.  Ellos me tienen ante su vista y están tan completamente atraídos por el bien que nunca sienten la menor tentación hacia el mal.  En realidad no tienen la más mínima capacidad de elección en el asunto.  Sin embargo son eternamente felices, aunque nunca se lo han ganado.  Por lo tanto, si la explicación de tu rabino fuera correcta, ¿por qué no habría yo creado sólo ángeles en lugar de mortales?

MORTAL: ¡No tengo la menor idea! ¿Por qué?

DIOS: Simplemente porque la explicación no es correcta.  En primer lugar, nunca he creado ángeles ya prontos.  Todos los seres conscientes finalmente alcanzan un estado que puede ser llamado "angelicidad".  Pero, así como la raza humana se encuentra en un cierto estado de evolución biológica, los ángeles son simplemente el resultado final de un proceso de Evolución Cósmica.  La única diferencia entre el santo y el pecador es que el primero es largamente más viejo que el segundo.  Desafortunadamente, toma muchísimos ciclos de vida aprender lo que quizá sea el hecho más importante del universo -- el mal sencillamente es doloroso.  Todos los argumentos de los moralistas -- todas las razones que alegan de porqué la gente no debería cometer actos malignos -- simplemente empalidecen y se tornan insignificantes a la luz de la básica verdad de que el mal es sufrimiento.
          No, querido amigo, no soy un moralista.  Soy un total utilitarista.  Una de las mayores tragedias de la raza humana es que yo haya sido concebido en el papel de moralista.  Mi rol en el esquema de las cosas (si se puede usar esa expresión engañosa) no es castigar ni premiar, sino contribuir al proceso por el cual todos los seres conscientes alcanzan la perfección definitiva.

MORTAL: ¿Por qué dijiste que esa expresión es engañosa?

DIOS: Lo que dije es engañoso en dos sentidos.  Primero, es inexacto referirse a mi rol en el esquema de las cosas.   Yo soy el esquema de las cosas.  Segundo, es igualmente engañoso hablar de mi contribución al proceso de iluminación de los seres conscientes.  Yo soy el proceso.  Los antiguos taoistas estuvieron muy cerca de la verdad cuando dijeron de mí (a quien llamaban "Tao") que yo no hago cosas; a pesar de lo cual, a través de mí, todas las cosas son hechas.  En términos más modernos, yo no soy la causa del Proceso Cósmico.  Yo soy el mismo Proceso Cósmico.  Pienso que la definición de mí más precisa y fructífera que el hombre puede abarcar -- por lo menos en su actual estado de evolución -- es que yo soy el mismo proceso de iluminación.
          Aquéllos que deseen pensar en el diablo (¡aunque yo preferiría que no lo hicieran!) pueden análogamente definirlo como el infortunado período de tiempo que toma el proceso.  En este sentido, el diablo es necesario; el proceso sencillamente dura un lapso enorme de tiempo, y no hay absolutamente nada que yo pueda hacer al respecto.  Pero te aseguro que una vez que el proceso sea comprendido más correctamente, la dolorosa longitud de tiempo ya no será considerada una limitación esencial o un mal.  Será vista como la verdadera esencia del mismo proceso.  Me doy cuenta de que esto no es suficiente consuelo para tí, que te encuentras en el finito mar del sufrimiento, pero lo asombroso es que, una vez que captes este enfoque fundamental, tu sufrimiento finito comenzará a disminuir -- hasta finalmente desvanecerse.

MORTAL: Esto me lo han dicho, y tiendo a creerlo.  Pero supón que yo personalmente logre ver las cosas a través de tus ojos eternos.  Entonces seré más feliz, pero, ¿no tengo deberes hacia los demás?

DIOS (riendo): ¡Me recuerdas a los Budistas Mahayanas!  Cada uno dice, "No entraré al Nirvana hasta que primero vea entrar a todos los demás seres".  Entonces cada uno espera que el otro tipo entre primero.  ¡Con razón demoran tanto!   El Budista Hinayana se equivoca en la dirección opuesta.  Cree que nadie puede ayudar a los demás en lo más mínimo a obtener la salvación;  cada uno debe hacerlo enteramente por sí mismo.  Entonces, cada uno intenta su propia salvación.  Pero esta actitud tan desaprensiva torna imposible la salvación.  La verdad del asunto es que la salvación es un proceso parcialmente individual y parcialmente social.   Pero es un gran error creer -- como muchos Budistas Mahayanas -- que el logro de la iluminación lo deja a uno fuera de juego en lo que se refiere a ayudar a otros.  La mejor forma de ayudar a otros es justamente ver la luz primero.

MORTAL: Hay una cosa que me inquieta en tu descripción de ti mismo.  Te consideras esencialmente un proceso.  Eso te muestra como una figura muy impersonal, y mucha gente necesita un dios personalizado.

DIOS: ¿Así que porque ellos necesitan un dios personalizado, resulta que yo debo serlo?

MORTAL: Seguro que no.  Pero una religión, para ser aceptable para un mortal, debe satisfacer sus necesidades.

DIOS: Sí, concuerdo con eso.  Pero la llamada "personalidad" de un ser, radica más en los ojos del observador que en el propio ser.  Las controversias que se han planteado sobre si soy un ser personal o impersonal son más bien tontas, porque ninguno de los dos bandos está en lo cierto ni equivocado.  Lo mismo ocurre con un ser humano.  Una criatura de otro planeta podría verlo como un mero conjunto de partículas atómicas que se comportan de acuerdo con leyes físicas estrictamente prescriptas.  Podría no abrigar más sentimientos hacia la personalidad de ese humano que los que el humano promedio siente por una hormiga.  Sin embargo, para seres como yo, que realmente conozco a la hormiga, ésta tiene tanta personalidad individual como un ser humano.  Mirar a algo en forma personificada no es ni mejor ni peor que hacerlo en forma despersonificada, pero en general, cuanto mejor se conoce algo, tanto más personificado se vuelve.  Para ilustrar mi argumento, ¿tú me consideras un ser personal o impersonal?

MORTAL: ¡Estoy hablando contigo! ¿no?

DIOS: ¡Exactamente!  Desde ese punto de vista, tu actitud hacia mí puede definirse como personal.  Sin embargo, desde otro punto de vista -- no menos válido -- también se me puede ver impersonalmente.

MORTAL: Pero si eres realmente una cosa tan abstracta como un proceso, no veo qué sentido puede tener que yo hable con un mero "proceso".

DIOS: Me encanta la forma en que dices "mero".  De la misma forma podrías decir que habitas un "mero universo".  Además, ¿por qué todo lo que uno hace debe tener sentido?  ¿Tiene sentido hablar con los árboles?

MORTAL: ¡Por supuesto que no!

DIOS: Y sin embargo, muchos niños y muchos primitivos hacen precisamente eso.

MORTAL: Pero yo no soy un niño ni un primitivo.

DIOS: Sí, me doy cuenta, lamentablemente.

MORTAL: ¿Por qué lamentablemente?

DIOS: Porque muchos niños y primitivos tienen una intuición primordial que la gente como tú ha perdido.  Francamente, creo que te haría mucho bien hablar con los árboles de vez en cuando, incluso sería mejor que hablar conmigo!  ¡Pero siempre nos salimos del tema!  Por última vez, me gustaría que intentáramos comprender por qué te he dado el libre albedrío.

MORTAL: He estado pensando en eso todo este tiempo.

DIOS: ¿Quieres decir que no has estado prestando atención a nuestra conversación?

MORTAL: Por supuesto que sí.  Pero al mismo tiempo, en otro nivel, he estado pensando sobre eso.

DIOS: ¿Y has llegado a alguna conclusión?

MORTAL: Bueno, tú dices que la razón no es para probar nuestra valía.   Y has descartado la razón de que necesitamos sentir que merecemos las cosas para poder disfrutarlas.  Y dices que eres un utilitarista.  Y lo más significativo de todo, parecías tan contento cuando de pronto llegué a la conclusión de que no es el pecado en sí mismo lo que es malo, sino tan sólo el sufrimiento que causa.

DIOS: ¡Pero por supuesto!  ¿Qué otra cosa podría ser mala del pecado?

MORTAL: Bien, tú lo sabes y ahora yo lo sé.  Pero toda mi vida he estado bajo la influencia de esos moralistas que sostienen que el pecado es malo en sí mismo.  De todas maneras, armando el rompecabezas, se me ocurre que la única razón para habernos dado libre albedrío, es porque crees que con él, la gente tenderá a lastimar a los demás -- y a sí mismos -- menos que sin él.

DIOS: ¡Bravo!  ¡Esa es de lejos la mejor razón que has encontrado hasta ahora!  Te puedo asegurar que si hubiera elegido dar libre albedrío, esa hubiera sido la razón de la elección.

MORTAL: ¡¿Qué?! ¿Quieres decir que no fue elección tuya el darnos libre albedrío?

DIOS: Mi querido amigo, hubiera podido elegir darles libre albedrío tanto como hubiera podido elegir hacer un triángulo equilátero equiangular.  Hubiera podido elegir si hacer o no un triángulo equilátero en primer lugar, pero habiendo decidido hacerlo, no tendría otra elección que hacerlo equiangular.

MORTAL: ¡Yo creía que podías hacer cualquier cosa!

DIOS: Sólo aquellas cosas que son lógicamente posibles.  Como dijera Santo Tomás, "Es un pecado considerar el hecho de que Dios no puede hacer lo imposible como una limitación de sus poderes".
          Yo estoy de acuerdo, únicamente que en lugar de la palabra pecado hubiera utilizado el término error.

MORTAL: De todos modos, estoy intrigado por tu afirmación de que no ha sido tu elección darme libre albedrío.

DIOS: Bueno, ya es hora de que te informe que toda esta discusión -- desde su inicio -- ha estado basada en una monstruosa falacia.  Hemos estado conversando en un nivel puramente moral -- tú inicialmente te quejaste de que yo te hubiera dado libre albedrío, y planteaste la cuestión de si debería haberlo hecho o no.  Nunca se te ocurrió que pudiera ser que yo no hubiera tenido poder de elección en absoluto.

MORTAL: ¡No entiendo nada!

DIOS: ¡Seguro!  Porque sólo puedes examinar la cuestión a través de los ojos de un moralista.  Ni siquiera has considerado los aspectos metafísicos más fundamentales de la cuestión.

MORTAL: Todavía no veo a qué apuntas.

DIOS: Antes de pedirme que te quitara el libre albedrío, ¿no deberías primero haber preguntado si de hecho tienes libre albedrío?

MORTAL: Eso simplemente lo di por descontado.

DIOS: ¿Y eso por qué?

MORTAL: No lo sé.  ¿Tengo libre albedrío?

DIOS: Sí.

MORTAL: Entonces, ¿porqué dices que no debería haberlo dado por descontado?

DIOS: Porque así es.  Sólo porque algo sea cierto no significa que deba darse por descontado.

MORTAL: De todas formas, es reconfortante saber que mi intuición natural de que tengo libre albedrío es correcta.  A veces me he sentido preocupado de que quizá los deterministas estén en lo cierto.

DIOS: Están en lo cierto.

MORTAL: ¡Espera un poco!  ¿Tengo o no tengo libre albedrío?

DIOS: Ya te dije que sí.  Pero eso no significa que el determinismo esté equivocado.

MORTAL: Bueno, ¿están o no están mis actos determinados por las leyes de la naturaleza?

DIOS: Esta utilización de la palabra determinados resulta sutil pero poderosamente desencaminante, y ha contribuido largamente a las confusiones en la controversia libre albedrío versus determinismo.   Tus actos están sin duda de acuerdo con las leyes de la naturaleza, pero decir que están determinados por las leyes de la naturaleza crea una imagen psicológica totalmente torcida, que implica que tu voluntad podría de alguna manera estar en conflicto con las leyes de la naturaleza, y que estas últimas son más fuertes que tú, y por lo tanto podrían "determinar" tus actos te guste o no.  Pero es simplemente imposible para tu voluntad entrar en conflicto con las leyes naturales.  Tú y las leyes naturales son en realidad una misma cosa.

MORTAL: ¿Qué quieres decir con que no puedo entrar en conflicto con las leyes de la naturaleza?  Supón que me vuelva muy terco, y determine no obedecer las leyes de la naturaleza.  ¿Qué me lo impediría?  Si me volviera suficientemente terco ¡ni siquiera tú podrías impedírmelo!

DIOS: ¡Tienes razón!  Seguramente yo no podría detenerte.  Nada podría detenerte.  Pero no habría necesidad de detenerte, ¡porque no podrías ni comenzar!  Como lo expresara Goethe en forma muy hermosa, "Al intentar oponernos a la Naturaleza, lo que hacemos, en el propio intento, es actuar de acuerdo con leyes de la naturaleza."   ¿No ves que las así llamadas "leyes de la naturaleza" no son más que una descripción de cómo, de hecho, actúan tú y otros seres?  Son meramente una descripción de cómo actúas, no una prescripción de cómo deberías actuar, no un poder o una fuerza que compele o determina tus actos.  Para ser válida, una ley de la naturaleza debe tener en cuenta cómo en la práctica tú actúas, o, si prefieres, cómo eliges actuar.

MORTAL: ¿Pretendes decir que soy incapaz de tomar la determinación de actuar en contra de las leyes naturales?

DIOS: Me parece interesante que por dos veces hayas utilizado la frase "determinado a actuar" en lugar de "elegido actuar".  Esa identificación es bastante común.  Usualmente uno afirma "He determinado hacer esto" como sinónimo de "he elegido hacer esto".  Esta identificación psicológica parece revelar que determinismo y elección son conceptos mucho más cercanos de lo que en principio parecen.  Por supuesto, bien podrías observar que la doctrina del libre albedrío dice que eres el que realiza la determinación, mientras que la doctrina del determinismo parece indicar que tus actos están determinados por algo aparentemente externo a ti.  Pero la confusión es mayormente consecuencia de tu bifurcación de la realidad en lo "tú" y lo "no tú".   Ahora bien, ¿exactamente dónde terminas tú y comienza el resto del universo?  ¿O dónde termina el resto del universo y comienzas tú?   Una vez que seas capaz de ver el así llamado "tú" y la así llamada "naturaleza" como un todo continuo, entonces nunca más te molestarán dudas del tipo de si eres tú el que controla a la naturaleza o la naturaleza la que te controla a tí.  Entonces el empantanamiento de libre albedrío versus determinismo se desvanecerá.  Si me permites utilizar una analogía burda, imagina dos cuerpos moviéndose uno hacia el otro por efecto de la atracción gravitacional.  Cada cuerpo, si es consciente, se podría preguntar si es él o el otro el que está ejerciendo la "fuerza".  En un sentido son ambos, en otro sentido, no es ninguno.  Lo mejor es decir que lo crucial es la configuración de los dos.

MORTAL: Hace un rato dijiste que toda nuestra discusión estaba basada en una monstruosa falacia.  Aún no me has dicho qué falacia es esa.

DIOS: Pero es obvio; ¡es la idea de que te hubiera podido crear sin libre albedrío!  ¡Has actuado como si esa fuera una posibilidad genuina, y te has preguntado por qué no elegí hacerlo!  Nunca se te ocurrió que un ser consciente sin libre albedrío es tan poco concebible como un objeto físico que no ejerza atracción gravitacional.  (Incidentalmente, la analogía entre un objeto físico ejerciendo atracción gravitacional y un ser consciente ejerciendo libre albedrío es mayor de lo que supones).  ¿Puedes honestamente imaginar un ser consciente sin libre albedrío?  ¿A qué diablos se parecería?  Creo que una cosa que sin duda te ha confundido es que te dijeron que yo di al hombre el don del libre albedrío.  Como si primero hubiera creado al hombre, y luego, en una reflexión posterior, le hubiera agregado la propiedad adicional del libre albedrío.  Quizá creas que tengo una especie de "pincel" con el que embadurno a algunas criaturas con libre albedrío, y a otras no.  No, el libre albedrío no es un "extra"; es parte constitutiva de la esencia intrínseca de la conciencia.  Un ser consciente sin libre albedrío, es simplemente un absurdo metafísico.

MORTAL: Entonces, ¿por qué me has seguido el juego todo este tiempo discutiendo lo que yo consideraba un problema moral, cuando, como tú dices, mi confusión básica era metafísica?

DIOS: Porque pensé que sería una buena terapia eliminar de tu cuerpo algo de ese veneno moral.  Buena parte de tu confusión metafísica se debe a nociones morales equivocadas, y por lo tanto debimos atacar primero a estas últimas.
          Y ahora debemos separarnos -- por lo menos hasta que vuelvas a necesitarme.  Creo que nuestra unión actual contribuirá a sostenerte por un buen tiempo.  Pero recuerda lo que te dije sobre los árboles.  Por supuesto, no es necesario que literalmente hables con ellos, si eso te hace sentir tonto.  Pero hay mucha cosa para aprender de ellos, y también de las rocas y arroyos, y otros aspectos de la naturaleza.  No hay nada como una orientación naturalista para disipar todos esos pensamientos morbosos como "pecado" y "libre albedrío" y "responsabilidad moral".  En una etapa de la historia, esas nociones fueron realmente útiles.  Me refiero a los días en que los tiranos tenían poderes ilimitados, y sólo el temor al infierno podía restringirlos.  Pero la humanidad ha progresado desde entonces, y ahora esa horrible forma de pensar ya no es necesaria.
          Puede resultarte útil recordar lo que una vez dije a través de los escritos del gran poeta Zen Seng-Ts'an:

          Si quieres alcanzar la verdad lisa y llana
          No te preocupes por el bien y el mal.
          El conflicto entre el bien y el mal
          Es la enfermedad de la mente.

          ¡Veo por tu expresión que estas palabras te resultan simultáneamente agradables y terribles!  ¿De qué tienes miedo?  ¿De que si en tu mente eliminas la distinción entre el bien y el mal será más probable que cometas actos malignos?  ¿Qué te hace estar tan seguro de que la auto-conciencia respecto del bien y el mal no te inclinará hacia actos más malos que buenos?  ¿Honestamente crees que la gente llamada amoral, cuando llega el momento de la acción y no de la teoría, se comporta menos éticamente que los moralistas?  ¡Claro que no!  Incluso la mayoría de los moralistas reconocen la superioridad ética del comportamiento de la mayoría de aquéllos que en teoría asumen una postura amoral.  ¡Parecen tan sorprendidos de que sin principios éticos, esa gente se comporte tan bien!  ¡Nunca se les ocurre que es justamente por virtud de esa falta de principios morales que su buen comportamiento fluye con tanta facilidad!  ¿Acaso las palabras "el conflicto entre el bien y el mal es la enfermedad de la mente humana" no expresan una idea muy parecida a la historia del Jardín del Edén y la Caída del Hombre a causa de que Adán comiera la fruta del conocimiento?  Ese conocimiento, tenlo presente, fue de principios éticos, no de sentimientos éticos -- estos últimos Adán ya los tenía.  Hay mucho de verdad en esa historia, aunque en realidad yo nunca le ordené a Adán que no comiera la manzana, simplemente se lo aconsejé.  Le dije que no le convenía.  ¡Si el maldito tonto me hubiera escuchado, se habría podido evitar tantos problemas!  ¡Pero no, él creía que lo sabía todo!  Pero yo desearía que los teólogos finalmente comprendieran que no estoy castigando a Adán y su descendencia por ese acto, sino que la propia fruta es venenosa por sí misma, y sus efectos, desafortunadamente, duran por un gran número de generaciones.
          Y ahora realmente debo irme. Espero que nuestra discusión disipe algo de tu morbosidad ética y la reemplace por una orientación más naturalista.  Recuerda también las maravillosas palabras que una vez pronuncié a través de la boca de Lao-tse cuando regañaba a Confucio por sus moralinas:

            Toda esta cháchara sobre bondad y deber, estos pinchazos perpetuos enervan e irritan al oyente -- Mejor harías en estudiar cómo los Cielos y la Tierra mantienen su curso eterno, cómo el sol y la luna mantienen su luz, las estrellas sus filas ordenadas, los pájaros y las bestias sus rebaños, los árboles y los capullos sus estaciones.  Esto también debes aprender para guiar tus pasos con el Poder Interior, para seguir el curso que la Naturaleza define; y pronto ya no necesitarás andar publicitando laboriosamente la bondad y el deber....  El cisne no necesita un baño diario para permanecer blanco.

MORTAL: ¡Sin duda te gusta la filosofía oriental!

DIOS: ¡No, para nada!  Algunos de mis mejores pensamientos han florecido en tu tierra natal americana.  Por ejemplo, nunca expresé mejor mi noción de "deber" más elocuentemente que a través de los pensamientos de Walt Whitman:

               No doy nada como deber,
               Lo que otros dan como deber, yo doy como impulso vital.


                                                               ooo000ooo




                                                                REFLEXIONES

Este diálogo tan ingenioso y chispeante sirve como presentación de Raymond Smullyan, un pintoresco lógico y mago que también resulta ser una especie de taoísta, en una forma muy personal.  El diálogo que usted acaba de leer fue tomado de "El Tao es Silencioso", una colección de escritos que ilustran lo que sucede cuando un lógico occidental se encuentra con el pensamiento oriental.   El resultado es a la vez escrutable e inescrutable (como era de suponer).

Debe haber sin duda una cantidad de personas religiosas que considerarían este diálogo como lo máximo en blasfemia, tal como algunas personas religiosas consideran blasfemo caminar en una iglesia con las manos en los bolsillos.  Nosotros creemos, al contrario, que este diálogo es piadoso -- una poderosa declaración religiosa respecto a Dios, el libre albedrío, y las leyes de la naturaleza, blasfema sólo en la más superficial de las lecturas.  De paso, Smullyan aprovecha a meter (a través de Dios) muchos golpes al razonamiento llano y difuso, a las categorizaciones preconcebidas, a las respuestas cómodas, a las teorías pomposas, y a las rigideces moralistas.  En realidad, deberíamos -- de acuerdo al alegato de Dios en el diálogo -- atribuir su mensaje, no a Smullyan sino a Dios.  Es Dios, hablando a través del personaje Smullyan, a su vez hablando a través del personaje Dios, cuyo mensaje nos está siendo transmitido.

Tal como Dios (o el Tao, o el universo, si se prefiere) tiene muchas partes, todas ellas con su propio libre albedrío -- por ejemplo usted y yo -- también cada uno de nosotros tiene partes internas con su libre albedrío (aunque menos libre que el nuestro).  Esto aparece particularmente claro en el conflicto interno del Mortal respecto a si "él" desea o no pecar.  Existen "seres interiores" -- homúnculos o subsistemas -- que luchan por el control.

El conflicto interior es uno de los aspectos más familiares y sin embargo menos comprendidos de la naturaleza humana.  Un famoso slogan de una marca de papas fritas decía: "¡A que no puede comer sólo una!", una forma eficaz de recordarnos nuestras divisiones internas.  Usted comienza a intentar resolver un acertijo cautivador (por ejemplo el "cubo mágico de Rubik") y entonces éste toma el control.  No lo puede dejar.  Usted comienza a tocar una pieza musical o a leer un buen libro, y no puede parar incluso cuando sabe que tiene muchas otras cosas urgentes que hacer.

¿Quién tiene el control en este caso?  ¿Existe algún ser superior que pueda dictar lo que sucederá?  ¿O sólo hay anarquía, neuronas disparando sin ton ni son y que ocurra lo que sea?  La verdad debe estar en algún punto medio.  Por cierto, en un cerebro la actividad consiste precisamente en los disparos de las neuronas, tal como en un país, la actividad es precisamente la suma total de las acciones de sus habitantes.  Pero la estructura de gobierno -- en sí misma un conjunto de actividades de personas -- impone un poderoso tipo de control de arriba a abajo en la organización del todo.  Cuando el gobierno se vuelve excesivamente autoritario y un número suficiente de personas se sienten realmente insatisfechas, existirá la posibilidad de que la estructura total sea atacada y se derrumbe -- revolución interna.  Pero casi todo el tiempo las fuerzas internas opuestas alcanzan todo tipo de compromisos, a veces encontrando el punto medio entre dos alternativas, a veces turnándose en el control, etc.  La forma en que se alcanzan esos compromisos es en sí misma una buena caracterización del tipo de gobierno.  Lo mismo ocurre con las personas.  El estilo de resolución de los conflictos interiores es uno de los rasgos más fuertes de la personalidad.

La creencia de que cada persona es una unidad, una especie de organización unitaria con voluntad propia, es un mito muy común.  Por el contrario, una persona es una amalgama de muchas subpersonas, todas con voluntades propias.  Las "subpersonas" son considerablemente menos complejas que la persona completa, y en consecuencia, tienen muchos menos problemas de disciplina interna.  Si ellas a su vez son divididas, posiblemente sus componentes sean tan sencillos que consistirán en una mente única -- y si no es así, se puede continuar la subdivisión.  La organización jerárquica de la personalidad no es algo que resulte agradable para nuestro sentido de dignidad, pero hay una muy fuerte evidencia a favor de su existencia.

En el diálogo, Smullyan se aparece con una hermosa definición del Diablo: la desafortunada longitud de tiempo que les insume a los seres conscientes como un todo, alcanzar la iluminación.  Esta idea del tiempo que necesita un estado complejo para aparecer ha sido explorada matemáticamente en forma muy provocativa por Charles Bennett y Gregory Chaitin.  Ellos teorizan que puede ser posible demostrar, mediante argumentaciones similares a las utilizadas en el Teorema de la Incompletitud de Goedel, que no puede existir un atajo hacia el desarrollo de más altas inteligencias, (o si se prefiere, de estados mas "iluminados"); en suma, que "el Diablo" debe realizar su tarea.

Hacia el final del diálogo, Smullyan encara aspectos con los que hemos tratado a lo largo del libro -- el intento de reconciliar el determinismo y "causalidad hacia arriba" de las leyes de la naturaleza, con el libre albedrío y la "causalidad hacia abajo" que todos sentimos que ejercemos.  Su astuta observación de que a menudo decimos "estoy determinado a hacer esto" cuando en realidad queremos significar "he elegido hacer esto" lo lleva a su juicio del libre albedrío, comenzando con la afirmación de Dios de que "determinismo y elección son mucho más cercanos de lo que pudiera parecer".  La elegantemente trabajada reconciliación que hace Smullyan de estas perspectivas depende de nuestra voluntad para cambiar de punto de vista -- cesar de pensar "dualisticamente" (dividir al mundo en partes como "yo" y "no yo"), y ver el universo entero como ilimitado, con las cosas fluyendo unas dentro de otras, superponiéndose, sin categorías definidas o bordes.

En principio, este parece un punto de vista muy raro para ser propuesto por un lógico -- pero, ¿quién dice que los lógicos deben ser siempre estreñidos y rígidos? ¿Por qué no podrían ser los lógicos, más que nadie, quienes se den cuenta de los campos en los que la lógica limpia, de contornos duros, necesariamente encontrará problemas al tratar con este universo caótico y desordenado?   Una de las afirmaciones favoritas de Marvin Minsky es "La lógica no se aplica al mundo real".  En un sentido, esto es cierto.   Esta es una de las dificultades con las que se están encontrando los que trabajan en inteligencia artificial.   Están descubriendo que ninguna inteligencia puede basarse únicamente en razonamiento; o de otra forma, que el razonamiento aislado es imposible, porque el razonamiento depende de la configuración previa de un sistema de conceptos, percepciones, clases, categorías -- llámelos como quiera -- en referencia a los cuales son comprendidas todas las situaciones.  Es allí donde entran en escena los sesgos, la predisposición y la selección.  No sólo debe estar dispuesta la facultad de razonamiento a aceptar la primera caracterización de una situación que le entregue la facultad de percepción, sino además, si tiene dudas respecto a esas perspectivas, la facultad de percepción debe a su vez estar dispuesta a aceptar esas dudas y volver a interpretar la situación, creando un lazo continuo entre niveles.  Este juego entre subseres perceptivos y razonantes, trae a la existencia un ser total -- un Mortal.


                                                                                                          Douglas R. Hofstadter.
“The Mind´s I”, Hofstadter, Dennett


traducción: Hugo Donner

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