¿ACASO DIOS
ES TAOISTA?
Raymond Smullyan, extractado
de "The Mind´s I", D.Hofstadter, D.Dennet
Traducción: Hugo Donner
MORTAL: Y por lo tanto te ruego, oh Dios, si tienes
un gramo de misericordia por ésta tu sufriente criatura, absuélveme de tener que tener libre albedrío.
DIOS: ¿Rechazas el más grande don que te he dado?
MORTAL: ¿Cómo
puedes llamar don a esto que me ha sido impuesto? Tengo libre albedrío, pero no
por propia elección. Nunca he elegido libremente tener libre albedrío. ¡Debo
tenerlo, quiera o no!
DIOS: ¿Por qué
desearías no tener libre albedrío?
MORTAL: Porque
libre albedrío significa responsabilidad moral, y la responsabilidad moral es
más de lo que puedo soportar!
DIOS: ¿Por qué
encuentras la responsabilidad moral tan insoportable?
MORTAL: ¿Por
qué? Honestamente, no soy capaz de analizar el porqué; sólo sé que es así.
DIOS: De
acuerdo, en tal caso, supongamos que te absuelva de toda responsabilidad moral,
pero mantenga tu libre albedrío. ¿Eso sería satisfactorio?
MORTAL (luego
de una pausa): No, temo que no.
DIOS: ¡Ajá, tal
como pensé! La responsabilidad moral no es el único aspecto del libre albedrío
que te ofrece reparos. ¿Qué otra cosa del libre albedrío te está molestando?
MORTAL:
Teniendo libre albedrío, soy capaz de pecar, ¡y no deseo pecar!
DIOS: Si no
quieres pecar, ¿por qué lo haces?
MORTAL: ¡Dios
santo! ¡No sé por qué peco, simplemente lo hago! Surgen tentaciones malignas,
y, por más que lo intento, no puedo resistirlas.
DIOS: Si es
cierto que no puedes resistirlas, entonces no estás pecando por tu propio libre
albedrío y por lo tanto (al menos según mi opinión) no estarías pecando en lo
más mínimo.
MORTAL: ¡No,
no! Lo que siempre siento es que si sólo
pusiera más voluntad, podría evitar pecar.
Pienso que la voluntad es infinita.
Si uno deseara no pecar de todo corazón, entonces no lo haría.
DIOS: Bien,
supongo que tú sabrás. ¿Y tú intentas
evitar pecar con todas tus fuerzas o no?
MORTAL:
¡Honestamente no lo sé! En el momento,
siento que estoy intentando con todas las fuerzas que tengo, pero en
retrospectiva, me preocupa pensar que no fue así.
DIOS: Entonces,
en otras palabras, no sabes realmente si has pecado o no. Existe la posibilidad de que no hayas pecado
para nada!
MORTAL: Por
supuesto que esa posibilidad existe, pero quizá sí haya estado pecando, y ese
pensamiento es lo que me aterroriza.
DIOS: ¿Por qué
te aterroriza el pensamiento de que puedas cometer pecados?
MORTAL: ¡No sé
porqué! Por una parte, se sabe que tú
sueles administrar unos tremendos castigos en la vida después de la muerte.
DIOS: ¡Ah, eso
es lo que te preocupa! ¿Porqué no lo
dijiste en primer lugar, en vez de dar tantos rodeos con el libre albedrío y la
responsabilidad moral? ¿Porqué no me
pediste simplemente que no te castigue por tus pecados?
MORTAL: Creo
ser lo suficientemente realista como para saber que nunca concederías un pedido
como ese!
DIOS: ¡No me
digas! Resulta que tú tienes un conocimiento cabal de qué cosas yo concedería y cuáles
no, ¿eh? Bien, te diré lo que
haremos. Te daré un permiso muy, muy
especial para pecar tanto como quieras, y te doy mi palabra divina que no te
castigaré en absoluto. ¿Conforme?
MORTAL (en
estado de pánico): ¡No, no, no lo hagas!
DIOS: ¿Por qué
no? ¿No confías en mi divina palabra?
MORTAL: ¡Por
supuesto que sí! Pero, ¿no te das
cuenta? ¡Yo no quiero pecar! Siento un total aborrecimiento por el pecado,
independientemente de los castigos que pudiera acarrear.
DIOS: En ese
caso, mejoraré mi oferta. Te quitaré el
aborrecimiento por el pecado. Aquí
tienes una píldora mágica. Simplemente
trágala y perderás todo el aborrecimiento hacia el pecado. Pecarás alegremente a diestra y siniestra,
sin remordimientos ni aborrecimiento, y aún así, mantengo mi promesa de que no
recibirás ningún castigo de mí, ni de ti mismo, ni de ningún otro origen. Serás feliz por toda la eternidad. ¡Aquí tienes la píldora!
MORTAL: ¡No, no!
DIOS: ¿No estás
comportándote en forma irracional? Estoy
incluso removiendo tu aborrecimiento por el pecado, que era tu último
obstáculo.
MORTAL: ¡Aún
así no lo haré!
DIOS: ¿Por qué
no?
MORTAL: Yo creo
que la píldora efectivamente removerá mi aborrecimiento futuro por el pecado,
pero mi aborrecimiento presente es suficiente para impedir que quiera tomarla.
DIOS: ¡Yo te
ordeno que la tomes!
MORTAL: ¡Me
rehuso a hacerlo!
DIOS: ¿Cómo, te
rehusas por tu propia libre elección?
MORTAL: ¡Sí!
DIOS: Parece
que a veces tu libre albedrío resulta muy útil, ¿no es cierto?
MORTAL: No
comprendo.
DIOS: ¿No estás
contento ahora de tener la capacidad de rechazar una oferta tan desagradable?
¿Qué te parecería si te forzara a tomar la píldora, lo quieras o no?
MORTAL: ¡No,
no! ¡Por favor, no lo hagas!
DIOS: Por
supuesto que no lo haré. Solo estoy
tratando de ilustrar el concepto. Bien,
pongámoslo de esta forma: En lugar de forzarte a tomar la píldora, supongamos
que te conceda tu plegaria original --
remover tu libre albedrío- pero con el
sobreentendido de que, en el momento en que ya no seas libre, entonces tomarás
la píldora.
MORTAL: Una vez
que no tenga voluntad, ¿cómo es posible que elija tomar la píldora?
DIOS: Yo no
dije que lo vayas a elegir; sencillamente dije que la tomarás. Actuarás, digamos, de acuerdo a leyes
puramente determinísticas, que serán tales que, de hecho, tomarás la píldora.
MORTAL: Aún así
me rehuso.
DIOS: Así que
rehusas mi oferta de remover tu libre albedrío.
Esto es algo distinto de tu plegaria original, ¿no es así?
MORTAL: Ahora
veo tu intención. Tu argumentación es
ingeniosa, pero no estoy seguro de que sea correcta. Hay un par de puntos que me gustaría repasar.
DIOS: Con
gusto.
MORTAL: Hay dos
cosas que has dicho que me parecen contradictorias. Primero dijiste que nadie puede pecar a menos
que lo haga por su propia libre decisión.
Pero luego dijiste que me darías una píldora que me privaría de mi libre
albedrío, y entonces podría pecar tanto como quisiera. Pero si yo ya no tuviera libre albedrío,
entonces, según tu primera afirmación, ¿cómo podría ser capaz de pecar?
DIOS: Estás
confundiendo dos partes distintas de nuestra conversación. Yo nunca dije que la píldora te privaría de
tu libre albedrío, sino que removería tu aborrecimiento por el pecado.
MORTAL: Temo
estar un poco confundido.
DIOS: Bien,
entonces empecemos de nuevo. Supongamos
que yo concuerdo en quitarte tu libre albedrío, pero con el entendimiento de
que a partir de ese momento realizarás un enorme número de actos que hoy
consideras pecaminosos. Técnicamente, no
estarás pecando, ya que no estarás cometiendo esos actos por tu propia
decisión. Y esos actos no estarán
sujetos a responsabilidad moral, ni culpabilidad moral, ni ningún tipo de
castigo. Sin embargo, esos actos serán
del tipo que tú hoy consideras pecaminosos; todos ellos tendrán esa cualidad
que hoy te causa aborrecimiento, pero tu aborrecimiento habrá desaparecido; por
lo tanto no sentirás entonces
aborrecimiento por esos actos.
MORTAL: No,
pero siento ahora un aborrecimiento hacia esos actos, y este aborrecimiento
presente es suficiente para evitar que acepte tu propuesta.
DIOS: ¡Hum!
Permíteme entenderlo bien. Deduzco que
ya no deseas que te quite el libre albedrío.
MORTAL
(renuentemente): No, creo que ya no lo deseo.
DIOS: Bien, no
lo haré. Pero no creo haber entendido
claramente porqué ya no quieres librarte de tu libre albedrío. Por favor dímelo nuevamente.
MORTAL: Porque,
según me has dicho, sin libre albedrío, pecaré aún más que ahora.
DIOS: Pero ya
te he dicho que sin libre albedrío no se puede pecar.
MORTAL: Pero si
elijo ahora liberarme del libre albedrío, entonces todas mis subsiguientes
acciones malignas serán pecados, no del futuro, sino del momento presente en
que elijo no tener libre albedrío.
DIOS: Suena
como una fea trampa, ¿no es cierto?
MORTAL: ¡Por
supuesto que estoy atrapado! Me has colocado en esta odiosa situación de doble
amenaza. Ahora cualquier cosa que haga
será equivocada. Si mantengo mi libre
albedrío, continuaré pecando, y si lo abandono (con tu ayuda, claro está),
estaré cometiendo un pecado al hacerlo.
DIOS: Pero de
la misma forma, tú me colocas a mí en una situación similar. Yo estoy dispuesto a dejarte tu libre
albedrío o quitártelo, según tú escojas, pero ninguna de las dos alternativas
parece conformarte. Deseo ayudarte, pero
parecería que no puedo.
MORTAL: ¡Es
cierto!
DIOS: Pero si
no es mi culpa, ¿por qué estás enojado conmigo?
MORTAL: ¡Por
haberme colocado en este aprieto desde el primer momento!
DIOS: Pero,
según tú, no hay nada satisfactorio que pudiera haber hecho.
MORTAL: Querrás
decir que no hay nada satisfactorio que puedas hacer ahora, pero eso no
significa que no haya nada que hubieras podido hacer.
DIOS : ¿Porqué? ¿Qué cosa podría haber hecho?
MORTAL:
Obviamente, nunca deberías haberme dado el libre albedrío en primera
instancia. Ahora que me lo has dado, ya
es demasiado tarde- cualquier cosa que haga será mala. Pero nunca me lo deberías haber dado en
primer lugar.
DIOS: ¡Ah, así
que es eso! ¿Y por qué hubiera sido mejor si no te lo hubiera dado?
MORTAL: Porque
entonces nunca hubiera sido capaz de pecar.
DIOS: Bueno,
siempre me alegra aprender de mis errores.
MORTAL: ¡¿Qué?!
DIOS: Ya sé,
suena como una auto-blasfemia, ¿no es así?
¡Casi resulta una paradoja lógica! Por un lado, como te han enseñado, es
moralmente incorrecto para cualquier ser consciente, afirmar que soy capaz de
cometer errores. Por otro lado, tengo el
derecho de hacer cualquier cosa. Pero yo
también soy un ser consciente. Entonces
la cuestión es, ¿tengo o no el derecho de afirmar que soy capaz de cometer
errores?
MORTAL: ¡Eso es
un chiste malo! Una de tus premisas es
simplemente falsa. No me han enseñado que
sea incorrecto para cualquier ser consciente dudar de tu omnisapiencia, sino
sólo para los mortales, y como tú no eres mortal, estás libre de esa
restricción.
DIOS: Bien, lo
estás descubriendo en un nivel racional.
De todas formas, fue obvio que te resultó asombroso escucharme decir que
me alegro de aprender de mis errores.
MORTAL: Por
supuesto que me asombró. No por tu
auto-blasfemia -- como jocosamente la
llamaste -, no porque no tuvieras derecho a decirlo, sino simplemente porque lo
dijeras, ya que me han enseñado que de hecho, tú no cometes errores. Por eso me resultó asombrosa tu afirmación de
que es posible que cometas errores.
DIOS: No he
dicho que sea posible. Todo lo que dije
es que si cometiera errores, me
alegraría aprender de ellos. Pero ello
no implica que el si condicional
haya tenido lugar o pueda tenerlo.
MORTAL: Por
favor, dejémonos de sutilezas con respecto a ese punto. ¿Admites o no admites que fue un error
haberme dado el libre albedrío?
DIOS: Bueno,
esto es precisamente lo que propongo que investiguemos. Permíteme que repase tu situación
presente. No deseas tener libre
albedrío, porque con él puedes pecar, y no quieres pecar. (Aunque sigo pensando que esto es un enigma;
en algún sentido tú debes querer pecar, si no fuera así no lo harías y
listo. Pero dejemos las cosas así por
ahora.) Por otro lado, si consintieras
en abandonar el libre albedrío, serías responsable ahora por tus actos del futuro. Ergo, no debería haberte dado el libre
albedrío en primer lugar.
MORTAL:
¡Exactamente!
DIOS: Entiendo
perfectamente cómo te sientes. Muchos
mortales -- incluso algunos teólogos -- se han quejado de que he sido injusto,
ya que fuí yo, y no ellos, quien decidió que tuvieran libre albedrío, y luego
los responsabilicé a ellos por sus acciones. En otras palabras, sienten que están
obligados a cumplir conmigo un contrato que no aceptaron en primera instancia.
MORTAL:
¡Exactamente!
DIOS: Como
dije, entiendo perfectamente ese sentimiento. ¡Y puedo apreciar la justicia de
la queja. Pero esta queja se origina en
una comprensión poco realista de los puntos involucrados. Voy a iluminarte respecto a esos puntos, y
pienso que los resultados te sorprenderán!
Pero en lugar de contártelo directamente, continuaré utilizando el
método socrático.
Repitamos, tu te lamentas de que te
haya dado el libre albedrío. Yo afirmo
que cuando llegues a ver las verdaderas ramificaciones del problema, ya no te
lamentarás. Para probar mi tesis, te
diré lo que haré. Estoy a punto de crear
un nuevo universo --un nuevo continuo espacio-tiempo. En este nuevo universo nacerá un mortal como
tú --para todos los efectos prácticos, podríamos decir que tú renacerás. Ahora, puedo darle a este mortal --este nuevo
tú-- libre albedrío, o bien puedo no dárselo.
¿Qué prefieres que haga?
MORTAL (con
gran alivio): ¡Por favor! ¡Evítale el tener que tener libre albedrío!
DIOS: Bien,
haré como tú dices. Pero te das cuenta
que este nuevo tú, sin libre
albedrío, cometerá todo tipo de actos horribles.
MORTAL: Pero no
serán pecados, ya que no tendrá libre albedrío.
DIOS: Los
llames pecados o no, permanece el hecho de que serán actos horribles, en el
sentido que causarán gran dolor a muchos seres conscientes.
MORTAL (luego
de una pausa): ¡Dios mío, me has atrapado otra vez! ¡Siempre el mismo juego! Si
ahora te doy vía libre para crear esta nueva criatura sin libre albedrío, que
aún así cometerá todo tipo de actos atroces, entonces ciertamente no estará
pecando, pero nuevamente, yo seré el pecador al consentir esto.
DIOS: En ese
caso, propondré algo mejor. Mira, ya he
decidido si crearé a ese nuevo tú
con o sin libre albedrío. Ahora escribo
mi decisión en este pedacito de papel y no te lo mostraré hasta más tarde. Pero mi decisión ya está hecha y es
absolutamente irrevocable. No hay nada
que puedas hacer para alterarla; no tienes ninguna responsabilidad en este
asunto. Ahora, lo que quisiera saber es:
¿Cuál prefieres que haya sido mi decisión?
Recuerda que la responsabilidad por la decisión cae íntegramente sobre
mis hombros. Por lo tanto, puedes
decirme honestamente y sin temor, ¿qué prefieres que haya decidido?
MORTAL (tras
una muy larga pausa): Espero que hayas decidido darle libre albedrío.
DIOS: ¡Qué
interesante! ¡He removido tu último obstáculo!
Si no le doy libre albedrío, no se puede imputar pecado a nadie. Entonces, ¿por qué deseas que se lo dé?
MORTAL: Porque,
pecado o no pecado, lo que importa es que, si no le das libre albedrío,
entonces (de acuerdo con lo que has dicho) él andará por ahí lastimando a la
gente, y no quiero ver gente lastimada.
DIOS (con un infinito suspiro de alivio): ¡Por
fin! ¡Por fin ves el punto verdadero!
MORTAL: ¿Cuál?
DIOS: ¡Que el
pecado no es la cuestión! ¡Lo importante
es que la gente, y otros seres conscientes no sean lastimados!
MORTAL:
¡Pareces un utilitarista!
DIOS: ¡Soy un utilitarista!
MORTAL: ¡¿Qué?!
DIOS: Qué o no
qué, soy un utilitarista. No un
unitarista, por favor, sino un utilitarista.
MORTAL:
¡Simplemente no lo puedo creer!
DIOS: Sí, ya
sé, tu entrenamiento religioso te ha enseñado otra cosa. Probablemente hayas pensado en mí más como un
kantiano que como un utilitarista, pero resulta que tu entrenamiento
sencillamente estaba equivocado.
MORTAL: ¡Me
dejas sin habla!
DIOS: Te dejo
sin habla, ¿no? Bueno, quizá eso no sea
demasiado malo -- veo que tienes una tendencia a hablar de más. Pero, en serio, ¿por qué piensas ahora que te
he dado el libre albedrío en el primer momento?
MORTAL:
¿Porqué? Nunca pensé mucho en el porqué.
Todo lo que he estado argumentando hasta ahora es que no deberías
haberlo hecho. Pero, ¿por qué lo
hiciste? Lo único que puedo imaginar es
la explicación religiosa estándar: Sin libre albedrío, uno no es capaz de
merecer la salvación o la perdición. Por
lo tanto, sin libre albedrío, no podríamos ganar el derecho a la vida eterna.
DIOS: ¡Muy
interesante! Yo tengo vida eterna;
¿piensas que he hecho algo para merecerla?
MORTAL: ¡Por
supuesto que no! ¡Tu caso es
diferente! Tú ya eres tan bueno y
perfecto (por lo menos eso dicen) que no es necesario que te hagas merecedor de
la vida eterna.
DIOS:
¿Realmente? Eso me coloca en una
posición envidiable, ¿no es cierto?
MORTAL: Me
parece que no te entiendo.
DIOS: Aquí me
encuentro, eternamente bienaventurado sin haber tenido que sufrir, ni hacer
sacrificios, ni luchar contra tentaciones malignas, ni nada de eso. Sin ningún "mérito" de ese tipo,
disfruto de una bienaventurada existencia eterna.
En contraste,
ustedes los pobres mortales, deben sudar y sufrir, y experimentar todo tipo de
horribles conflictos sobre moralidad, ¿y todo para qué? Ni siquiera saben si yo realmente existo, o
si hay otra vida después de la muerte, y si la hay, qué papel juegan en ella. No importa cuánto intenten satisfacerme
siendo "buenos", nunca pueden tener verdadera seguridad de que
vuestro "mejor" es suficiente para mí, y por lo tanto no tienen real
confianza en que obtendrán la salvación.
¡Sólo piensa en eso! Yo ya tengo el equivalente a la salvación
-- y nunca tuve que transitar ese infinito y lúgubre proceso de ganarla. ¿Nunca me envidiaste por eso?
MORTAL: ¡Pero
si es blasfemo envidiarte!
DIOS: ¡No me
embromes! No estás hablando con tu maestro de la escuela dominical, estás
hablando conmigo. Blasfemo o no
blasfemo, la cuestión no es si tienes o no derecho de envidiarme, sino si me
envidias o no. ¿Cuál es la respuesta?
MORTAL: ¡Por
supuesto que te envidio!
DIOS:
¡Bien! Según tu visión actual de las
cosas, sin duda debes envidiarme y mucho.
Pero pienso que ya no lo harás cuando tengas una visión más
realista. Así que realmente te has
tragado la idea que te han enseñado de que tu vida en la tierra es como un
período de examen, y que el propósito de darte libre albedrío es para
examinarte, para ver si mereces una bienaventurada vida eterna. Pero lo que me sorprende es esto: Si
realmente crees que soy tan bueno y benevolente como se dice de mí, ¿por qué
requeriría que la gente se haga merecedora de cosas como la felicidad y la vida
eterna? ¿Por qué no otorgar esas cosas a
todos, independientemente de que las merezcan o no?
MORTAL: Pero me
han enseñado que tu sentido de moralidad
-- tu sentido de justicia --
exige que la bondad sea recompensada con felicidad y la maldad sea
castigada con dolor.
DIOS: Entonces
te han enseñado mal.
MORTAL: ¡Pero
la literatura religiosa está tan llena de estas ideas! Fíjate por ejemplo la obra de Jonathan
Edwards "Pecadores en manos de un Dios colérico". En ella te describe sosteniendo a tus
enemigos como odiosos escorpiones sobre el pozo llameante del infierno,
evitando que caigan al destino que merecen sólo por efecto de tu piedad.
DIOS: Por
suerte, nunca me vi expuesto a las andanadas del señor Jonathan Edwards. Se han predicado muy pocos sermones más
desencaminados que los suyos. El mismo
título de la obra lo dice todo. En
primer lugar, nunca estoy colérico. En
segundo lugar, yo nunca pienso en términos de "pecado". En tercer lugar, no tengo enemigos.
MORTAL:
¿Quieres decir que no hay gente que odies, o que no hay gente que te odie?
DIOS: Quise decir
lo primero, aunque resulta que lo segundo también es cierto.
MORTAL: ¡Vamos,
vamos! Yo conozco gente que ha manifestado abiertamente que te odia. ¡Incluso yo
he llegado a odiarte algunas veces!
DIOS: Lo que
quieres decir es que has odiado la imagen que tienes de mí. Eso no es lo mismo que odiarme tal como
realmente soy.
MORTAL: ¿Estás
tratando de decir que no está mal odiar una falsa concepción de tí, pero sí
está mal odiarte como realmente eres?
DIOS: No, no es
eso para nada. ¡Estoy diciendo algo
mucho más drástico! Lo que estoy
diciendo no tiene absolutamente nada que ver con lo que está bien o lo que está
mal. Lo que estoy diciendo es que
alguien que me conozca por lo que realmente soy, simplemente encontraría que es
psicológicamente imposible odiarme.
MORTAL: Dime,
ya que parecería que nosotros los mortales tenemos una visión tan equivocada
sobre tu verdadera naturaleza, ¿por qué no nos iluminas? ¿Por qué no nos guías por el camino correcto?
DIOS: ¿Qué te
hace pensar que no lo hago?
MORTAL: Quiero
decir, ¿por qué no te apareces ante nuestros sentidos y simplemente nos dices
que estamos equivocados?
DIOS:
¿Realmente eres tan cándido como para creer que soy un tipo de ser que puede aparecer ante tus sentidos? Sería más correcto decir que yo soy tus sentidos.
MORTAL
(pasmado): ¿Tú eres mis sentidos?
DIOS: No
exactamente, soy más que eso. Pero eso
es más cercano a la verdad que la noción de que soy perceptible por los
sentidos. No soy un objeto, como tú; soy
un sujeto, y un sujeto puede percibir, pero no ser percibido. No puedes verme tanto como no puedes ver tus
pensamientos. Puedes ver una manzana,
pero el hecho de ver una manzana en sí mismo no es visible. Y yo soy mucho más parecido al hecho de ver
una manzana que a la propia manzana.
MORTAL: Si no
te puedo ver, ¿cómo sé que existes?
DIOS: ¡Buena
pregunta! De hecho, ¿cómo sabes que existo?
MORTAL: Bueno,
estoy hablando contigo, ¿no?
DIOS: ¿Cómo
sabes que estás hablando conmigo? Supón
que le cuentas a tu psiquiatra, "Ayer conversé con Dios". ¿Qué piensas que diría?
MORTAL: Eso
depende del psiquiatra. Como la mayoría
son ateos, supongo que lo más probable es que me diga que sólo estuve hablando
conmigo mismo.
DIOS: ¡Y
estaría en lo cierto!
MORTAL:
¿Cómo? ¿Quieres decir que no existes?
DIOS: ¡Tienes
la más extraña costumbre de sacar falsas conclusiones! Sólo porque estás hablando contigo mismo ¿se
concluye que yo no existo?
MORTAL: Bien,
si yo pienso que estoy hablando contigo, pero en realidad estoy hablando
conmigo mismo, ¿en qué sentido existes?
DIOS: Tu
pregunta se basa en dos falacias más una confusión. La cuestión de si estás o no hablando conmigo
ahora, y la cuestión de mi existencia son dos cosas totalmente distintas. Incluso si no estuvieras hablando conmigo (es
obvio que sí lo estás haciendo), aún así no significaría que no existo.
MORTAL: Bueno,
sí, por supuesto. Entonces, en lugar de
decir "si estoy hablando conmigo mismo, entonces tú no existes", debí
haber dicho, "si estoy hablando conmigo mismo, entonces obviamente no
estoy hablando contigo."
DIOS:
Efectivamente es una frase diferente, pero sigue siendo falsa.
MORTAL: ¡Vamos,
vamos! Si sólo estoy hablando conmigo mismo, ¿cómo puedo estar hablando
contigo?
DIOS: Tu
utilización de la palabra "sólo" es algo engañosa. Puedo sugerir unas cuantas posibilidades
lógicas según las cuales hablar contigo mismo no implica que no estés hablando
conmigo.
MORTAL: ¡Dime
sólo una!
DIOS: Bien,
obviamente, una posibilidad es que tú y yo seamos lo mismo.
MORTAL: ¡Qué pensamiento
tan blasfemo -- si yo lo hubiera
pronunciado!
DIOS: Según
algunas religiones, sí. Según otras, es
la plena, simple, e inmediatamente perceptible verdad.
MORTAL:
Entonces, ¿la única solución a mi dilema es creer que tú y yo somos la misma
cosa?
DIOS: ¡En
absoluto! Esa es sólo una solución. Existen muchas otras. Por ejemplo, pudiera ser que tú eres una
parte de mí, en cuyo caso estarías hablando con la parte de mí que eres
tú. O yo puedo ser parte de tí, en cuyo
caso estarías hablando con la parte de tí que soy yo. O quizá, tú y yo nos superponemos
parcialmente, en cuyo caso estarías hablando con la intersección y por lo tanto
con ambos.
La única forma de que el hecho de estar
hablando contigo mismo parezca implicar que no estás hablando conmigo es que tú
y yo seamos dos entidades totalmente disjuntas
-- y aún así podría ser que estuvieras
hablando con ambos a la vez.
MORTAL:
Entonces afirmas que existes.
DIOS: De
ninguna forma. Otra vez estás sacando
falsas conclusiones. La cuestión de mi
existencia ni siquiera se ha planteado.
Todo lo que dije es que del hecho de que estés hablando contigo mismo,
uno no puede inferir mi inexistencia, y menos aún el hecho más simple de que no
estás hablando conmigo.
MORTAL: Bien,
te concedo la razón en eso. Pero lo que
realmente deseo saber es, ¿existes o no?
DIOS: ¡Qué
pregunta tan extraña!
MORTAL: ¿Por
qué? Los hombres se la han estado
preguntando por muchos milenios.
DIOS: ¡Ya lo
sé! La pregunta en sí no es extraña. Lo
que quiero decir es que es una pregunta muy extraña para preguntármela a mí.
MORTAL: ¿Por
qué?
DIOS: ¡Porque
justamente yo soy aquél cuya existencia dudas!
Comprendo perfectamente tu ansiedad.
Estás preocupado de que esta experiencia conmigo sea una mera
alucinación. Pero, ¿cómo puedes
pretender obtener información confiable de un ser sobre su propia existencia
cuando sospechas que el mismo pudiera no existir?
MORTAL:
¿Entonces no me vas a decir si existes o no?
DIOS: ¡No estoy
siendo terco! Simplemente quiero señalar
que ninguna respuesta que te dé te dejará satisfecho. Bien, supón que te dijera, "No, no
existo." ¿Eso qué probaría? ¡Absolutamente nada! O si dijera, "Sí, sí existo." ¿Eso te convencería? ¡Seguro que no!
MORTAL: Pero,
si tú no puedes decirme si existes o no, ¿quién podrá?
DIOS: Eso es
algo que nadie podrá decirte. Es algo
que sólo tú puedes averiguar por tí mismo.
MORTAL: ¿Cómo
hago para averiguarlo por mí mismo?
DIOS: Tampoco
eso te lo puede decir nadie. Es otra
cosa que deberás averiguar por tí mismo.
MORTAL:
Entonces, ¿no hay forma de que puedas ayudarme?
DIOS: Yo no he
dicho eso. Dije que no hay forma de que
pueda decírtelo. Pero eso no significa
que no pueda ayudarte.
MORTAL: ¿En qué
forma puedes ayudarme?
DIOS: ¡Sugiero
que eso me lo dejes a mí! Nos hemos
apartado del tema, y quisiera retornar a la cuestión de cuál crees que fue mi
propósito al darte libre albedrío. Tu
primera idea de que te lo he dado para probar si mereces o no la salvación
puede resultar atractiva para muchos moralistas, pero a mí me resulta bastante
desagradable. ¿No puedes pensar en una
razón más simpática -- más humana
-- para haberte dado libre albedrío?
MORTAL: Bueno,
una vez le hice esa pregunta a un rabino ortodoxo. Me dijo que, por la forma en
que estamos constituidos, sencillamente no nos es posible disfrutar la
salvación a menos que sintamos que la hemos ganado. Y para ganarla, necesitamos, por supuesto, el
libre albedrío.
DIOS:
Efectivamente, esa explicación es mucho más simpática que la anterior, pero aún
está lejos de ser correcta. Según el
judaísmo ortodoxo, yo creé a los ángeles, y no tienen libre albedrío. Ellos me tienen ante su vista y están tan
completamente atraídos por el bien que nunca sienten la menor tentación hacia
el mal. En realidad no tienen la más
mínima capacidad de elección en el asunto.
Sin embargo son eternamente felices, aunque nunca se lo han ganado. Por lo tanto, si la explicación de tu rabino
fuera correcta, ¿por qué no habría yo creado sólo ángeles en lugar de mortales?
MORTAL: ¡No
tengo la menor idea! ¿Por qué?
DIOS:
Simplemente porque la explicación no es correcta. En primer lugar, nunca he creado ángeles ya
prontos. Todos los seres conscientes
finalmente alcanzan un estado que puede ser llamado "angelicidad". Pero, así como la raza humana se encuentra en
un cierto estado de evolución biológica, los ángeles son simplemente el
resultado final de un proceso de Evolución Cósmica. La única diferencia entre el santo y el pecador es que el primero es largamente más viejo que el
segundo. Desafortunadamente, toma
muchísimos ciclos de vida aprender lo que quizá sea el hecho más importante del
universo -- el mal sencillamente es doloroso.
Todos los argumentos de los moralistas -- todas las razones que alegan
de porqué la gente no debería cometer actos malignos --
simplemente empalidecen y se tornan insignificantes a la luz de la básica
verdad de que el mal es sufrimiento.
No, querido amigo, no soy un
moralista. Soy un total
utilitarista. Una de las mayores tragedias
de la raza humana es que yo haya sido concebido en el papel de moralista. Mi rol en el esquema de las cosas (si se
puede usar esa expresión engañosa) no es castigar ni premiar, sino contribuir
al proceso por el cual todos los seres conscientes alcanzan la perfección
definitiva.
MORTAL: ¿Por
qué dijiste que esa expresión es engañosa?
DIOS: Lo que
dije es engañoso en dos sentidos.
Primero, es inexacto referirse a mi rol en el esquema de las cosas. Yo soy
el esquema de las cosas. Segundo, es
igualmente engañoso hablar de mi contribución al proceso de iluminación de los
seres conscientes. Yo soy el proceso. Los antiguos taoistas estuvieron muy cerca de
la verdad cuando dijeron de mí (a quien llamaban "Tao") que yo no hago cosas; a pesar de lo cual, a
través de mí, todas las cosas son hechas.
En términos más modernos, yo no soy la causa del Proceso Cósmico. Yo soy el mismo Proceso Cósmico. Pienso que la definición de mí más precisa y
fructífera que el hombre puede abarcar -- por lo menos en su actual estado de
evolución -- es que yo soy el mismo proceso de iluminación.
Aquéllos que deseen pensar en el
diablo (¡aunque yo preferiría que no lo hicieran!) pueden análogamente
definirlo como el infortunado período de tiempo que toma el proceso. En este sentido, el diablo es necesario; el
proceso sencillamente dura un lapso enorme de tiempo, y no hay absolutamente
nada que yo pueda hacer al respecto.
Pero te aseguro que una vez que el proceso sea comprendido más correctamente,
la dolorosa longitud de tiempo ya no será considerada una limitación esencial o
un mal. Será vista como la verdadera
esencia del mismo proceso. Me doy cuenta
de que esto no es suficiente consuelo para tí, que te encuentras en el finito
mar del sufrimiento, pero lo asombroso es que, una vez que captes este enfoque
fundamental, tu sufrimiento finito comenzará a disminuir -- hasta finalmente
desvanecerse.
MORTAL: Esto me
lo han dicho, y tiendo a creerlo. Pero
supón que yo personalmente logre ver las cosas a través de tus ojos eternos. Entonces seré más feliz, pero, ¿no tengo
deberes hacia los demás?
DIOS
(riendo): ¡Me recuerdas a los Budistas Mahayanas! Cada uno dice, "No entraré al Nirvana
hasta que primero vea entrar a todos los demás seres". Entonces cada uno espera que el otro tipo
entre primero. ¡Con razón demoran
tanto! El Budista Hinayana se equivoca
en la dirección opuesta. Cree que nadie
puede ayudar a los demás en lo más mínimo a obtener la salvación; cada uno debe hacerlo enteramente por sí
mismo. Entonces, cada uno intenta su
propia salvación. Pero esta actitud tan
desaprensiva torna imposible la salvación.
La verdad del asunto es que la salvación es un proceso parcialmente
individual y parcialmente social. Pero
es un gran error creer -- como muchos Budistas Mahayanas -- que el logro de la
iluminación lo deja a uno fuera de juego en lo que se refiere a ayudar a
otros. La mejor forma de ayudar a otros
es justamente ver la luz primero.
MORTAL: Hay una
cosa que me inquieta en tu descripción de ti mismo. Te consideras esencialmente un proceso. Eso te muestra como una figura muy
impersonal, y mucha gente necesita un dios personalizado.
DIOS: ¿Así que
porque ellos necesitan un dios personalizado, resulta que yo debo serlo?
MORTAL: Seguro
que no. Pero una religión, para ser
aceptable para un mortal, debe satisfacer sus necesidades.
DIOS: Sí,
concuerdo con eso. Pero la llamada
"personalidad" de un ser, radica más en los ojos del observador que
en el propio ser. Las controversias que
se han planteado sobre si soy un ser personal o impersonal son más bien tontas,
porque ninguno de los dos bandos está en lo cierto ni equivocado. Lo mismo ocurre con un ser humano. Una criatura de otro planeta podría verlo
como un mero conjunto de partículas atómicas que se comportan de acuerdo con
leyes físicas estrictamente prescriptas.
Podría no abrigar más sentimientos hacia la personalidad de ese humano
que los que el humano promedio siente por una hormiga. Sin embargo, para seres como yo, que
realmente conozco a la hormiga, ésta tiene tanta personalidad individual como
un ser humano. Mirar a algo en forma
personificada no es ni mejor ni peor que hacerlo en forma despersonificada,
pero en general, cuanto mejor se conoce algo, tanto más personificado se
vuelve. Para ilustrar mi argumento, ¿tú
me consideras un ser personal o impersonal?
MORTAL: ¡Estoy
hablando contigo! ¿no?
DIOS:
¡Exactamente! Desde ese punto de vista,
tu actitud hacia mí puede definirse como personal. Sin embargo, desde otro punto de vista -- no
menos válido -- también se me puede ver impersonalmente.
MORTAL: Pero si
eres realmente una cosa tan abstracta como un proceso, no veo qué sentido puede
tener que yo hable con un mero "proceso".
DIOS: Me
encanta la forma en que dices "mero".
De la misma forma podrías decir que habitas un "mero
universo". Además, ¿por qué todo lo
que uno hace debe tener sentido? ¿Tiene
sentido hablar con los árboles?
MORTAL: ¡Por
supuesto que no!
DIOS: Y sin
embargo, muchos niños y muchos primitivos hacen precisamente eso.
MORTAL: Pero yo
no soy un niño ni un primitivo.
DIOS: Sí, me
doy cuenta, lamentablemente.
MORTAL: ¿Por
qué lamentablemente?
DIOS: Porque
muchos niños y primitivos tienen una intuición primordial que la gente como tú
ha perdido. Francamente, creo que te haría
mucho bien hablar con los árboles de vez en cuando, incluso sería mejor que
hablar conmigo! ¡Pero siempre nos
salimos del tema! Por última vez, me
gustaría que intentáramos comprender por qué te he dado el libre albedrío.
MORTAL: He
estado pensando en eso todo este tiempo.
DIOS: ¿Quieres
decir que no has estado prestando atención a nuestra conversación?
MORTAL: Por
supuesto que sí. Pero al mismo tiempo,
en otro nivel, he estado pensando sobre eso.
DIOS: ¿Y has
llegado a alguna conclusión?
MORTAL: Bueno,
tú dices que la razón no es para probar nuestra valía. Y has descartado la razón de que necesitamos
sentir que merecemos las cosas para poder disfrutarlas. Y dices que eres un utilitarista. Y lo más significativo de todo, parecías tan
contento cuando de pronto llegué a la conclusión de que no es el pecado en sí
mismo lo que es malo, sino tan sólo el sufrimiento que causa.
DIOS: ¡Pero por
supuesto! ¿Qué otra cosa podría ser mala
del pecado?
MORTAL: Bien,
tú lo sabes y ahora yo lo sé. Pero toda
mi vida he estado bajo la influencia de esos moralistas que sostienen que el
pecado es malo en sí mismo. De todas
maneras, armando el rompecabezas, se me ocurre que la única razón para habernos
dado libre albedrío, es porque crees que con él, la gente tenderá a lastimar a
los demás -- y a sí mismos -- menos que sin él.
DIOS:
¡Bravo! ¡Esa es de lejos la mejor razón
que has encontrado hasta ahora! Te puedo
asegurar que si hubiera elegido dar
libre albedrío, esa hubiera sido la razón de la elección.
MORTAL: ¡¿Qué?!
¿Quieres decir que no fue elección tuya el darnos libre albedrío?
DIOS: Mi
querido amigo, hubiera podido elegir darles libre albedrío tanto como hubiera
podido elegir hacer un triángulo equilátero equiangular. Hubiera podido elegir si hacer o no un
triángulo equilátero en primer lugar, pero habiendo decidido hacerlo, no
tendría otra elección que hacerlo equiangular.
MORTAL: ¡Yo
creía que podías hacer cualquier cosa!
DIOS: Sólo
aquellas cosas que son lógicamente posibles.
Como dijera Santo Tomás, "Es un pecado considerar el hecho de que
Dios no puede hacer lo imposible como una limitación de sus poderes".
Yo estoy de acuerdo, únicamente que en
lugar de la palabra pecado hubiera
utilizado el término error.
MORTAL: De
todos modos, estoy intrigado por tu afirmación de que no ha sido tu elección
darme libre albedrío.
DIOS: Bueno, ya
es hora de que te informe que toda esta discusión -- desde su inicio -- ha
estado basada en una monstruosa falacia.
Hemos estado conversando en un nivel puramente moral -- tú inicialmente
te quejaste de que yo te hubiera dado libre albedrío, y planteaste la cuestión
de si debería haberlo hecho o no. Nunca
se te ocurrió que pudiera ser que yo no hubiera tenido poder de elección en
absoluto.
MORTAL: ¡No
entiendo nada!
DIOS:
¡Seguro! Porque sólo puedes examinar la
cuestión a través de los ojos de un moralista.
Ni siquiera has considerado los aspectos metafísicos más fundamentales de la cuestión.
MORTAL: Todavía
no veo a qué apuntas.
DIOS: Antes de
pedirme que te quitara el libre albedrío, ¿no deberías primero haber preguntado
si de hecho tienes libre albedrío?
MORTAL: Eso
simplemente lo di por descontado.
DIOS: ¿Y eso
por qué?
MORTAL: No lo
sé. ¿Tengo libre albedrío?
DIOS: Sí.
MORTAL:
Entonces, ¿porqué dices que no debería haberlo dado por descontado?
DIOS: Porque
así es. Sólo porque algo sea cierto no
significa que deba darse por descontado.
MORTAL: De
todas formas, es reconfortante saber que mi intuición natural de que tengo
libre albedrío es correcta. A veces me
he sentido preocupado de que quizá los deterministas estén en lo cierto.
DIOS: Están en
lo cierto.
MORTAL: ¡Espera
un poco! ¿Tengo o no tengo libre
albedrío?
DIOS: Ya te
dije que sí. Pero eso no significa que
el determinismo esté equivocado.
MORTAL: Bueno,
¿están o no están mis actos determinados por las leyes de la naturaleza?
DIOS: Esta
utilización de la palabra determinados
resulta sutil pero poderosamente desencaminante, y ha contribuido largamente a
las confusiones en la controversia libre albedrío versus determinismo. Tus actos están sin duda de acuerdo con las
leyes de la naturaleza, pero decir que están determinados por las leyes de la naturaleza crea una imagen
psicológica totalmente torcida, que implica que tu voluntad podría de alguna
manera estar en conflicto con las leyes de la naturaleza, y que estas últimas
son más fuertes que tú, y por lo tanto podrían "determinar" tus actos
te guste o no. Pero es simplemente
imposible para tu voluntad entrar en conflicto con las leyes naturales. Tú y las leyes naturales son en realidad una
misma cosa.
MORTAL: ¿Qué
quieres decir con que no puedo entrar en conflicto con las leyes de la
naturaleza? Supón que me vuelva muy
terco, y determine no obedecer las
leyes de la naturaleza. ¿Qué me lo
impediría? Si me volviera
suficientemente terco ¡ni siquiera tú podrías impedírmelo!
DIOS: ¡Tienes
razón! Seguramente yo no podría detenerte. Nada
podría detenerte. Pero no habría
necesidad de detenerte, ¡porque no podrías ni comenzar! Como lo expresara Goethe en forma muy
hermosa, "Al intentar oponernos a la Naturaleza, lo que hacemos, en el
propio intento, es actuar de acuerdo con leyes de la naturaleza." ¿No ves que las así llamadas "leyes de
la naturaleza" no son más que una descripción de cómo, de hecho, actúan tú
y otros seres? Son meramente una
descripción de cómo actúas, no una prescripción de cómo deberías actuar, no un
poder o una fuerza que compele o determina tus actos. Para ser válida, una ley de la naturaleza
debe tener en cuenta cómo en la práctica tú actúas, o, si prefieres, cómo
eliges actuar.
MORTAL:
¿Pretendes decir que soy incapaz de tomar la determinación de actuar en contra
de las leyes naturales?
DIOS: Me parece
interesante que por dos veces hayas utilizado la frase "determinado a
actuar" en lugar de "elegido actuar". Esa identificación es bastante común. Usualmente uno afirma "He determinado
hacer esto" como sinónimo de "he elegido hacer esto". Esta identificación psicológica parece
revelar que determinismo y elección son conceptos mucho más cercanos de lo que
en principio parecen. Por supuesto, bien
podrías observar que la doctrina del libre albedrío dice que eres tú el que realiza la determinación,
mientras que la doctrina del determinismo parece indicar que tus actos están
determinados por algo aparentemente externo a ti. Pero la confusión es mayormente consecuencia
de tu bifurcación de la realidad en lo "tú" y lo "no tú". Ahora bien, ¿exactamente dónde terminas tú y
comienza el resto del universo? ¿O dónde
termina el resto del universo y comienzas tú?
Una vez que seas capaz de ver el así llamado "tú" y la así
llamada "naturaleza" como un todo continuo, entonces nunca más te
molestarán dudas del tipo de si eres tú el que controla a la naturaleza o la
naturaleza la que te controla a tí.
Entonces el empantanamiento de libre albedrío versus determinismo se
desvanecerá. Si me permites utilizar una
analogía burda, imagina dos cuerpos moviéndose uno hacia el otro por efecto de
la atracción gravitacional. Cada cuerpo,
si es consciente, se podría preguntar si es él o el otro el que está ejerciendo
la "fuerza". En un sentido son
ambos, en otro sentido, no es ninguno.
Lo mejor es decir que lo crucial es la configuración de los dos.
MORTAL: Hace un
rato dijiste que toda nuestra discusión estaba basada en una monstruosa
falacia. Aún no me has dicho qué falacia
es esa.
DIOS: Pero es
obvio; ¡es la idea de que te hubiera podido crear sin libre albedrío! ¡Has actuado como si esa fuera una
posibilidad genuina, y te has preguntado por qué no elegí hacerlo! Nunca se te ocurrió que un ser consciente sin
libre albedrío es tan poco concebible como un objeto físico que no ejerza
atracción gravitacional.
(Incidentalmente, la analogía entre un objeto físico ejerciendo atracción
gravitacional y un ser consciente ejerciendo libre albedrío es mayor de lo que
supones). ¿Puedes honestamente imaginar
un ser consciente sin libre albedrío? ¿A
qué diablos se parecería? Creo que una
cosa que sin duda te ha confundido es que te dijeron que yo di al hombre el don del libre albedrío. Como si primero hubiera creado al hombre, y
luego, en una reflexión posterior, le hubiera agregado la propiedad adicional
del libre albedrío. Quizá creas que
tengo una especie de "pincel" con el que embadurno a algunas
criaturas con libre albedrío, y a otras no.
No, el libre albedrío no es un "extra"; es parte constitutiva
de la esencia intrínseca de la conciencia.
Un ser consciente sin libre albedrío, es simplemente un absurdo
metafísico.
MORTAL: Entonces,
¿por qué me has seguido el juego todo este tiempo discutiendo lo que yo
consideraba un problema moral, cuando, como tú dices, mi confusión básica era
metafísica?
DIOS: Porque
pensé que sería una buena terapia eliminar de tu cuerpo algo de ese veneno
moral. Buena parte de tu confusión
metafísica se debe a nociones morales equivocadas, y por lo tanto debimos
atacar primero a estas últimas.
Y ahora debemos separarnos -- por lo
menos hasta que vuelvas a necesitarme.
Creo que nuestra unión actual contribuirá a sostenerte por un buen
tiempo. Pero recuerda lo que te dije
sobre los árboles. Por supuesto, no es
necesario que literalmente hables con ellos, si eso te hace sentir tonto. Pero hay mucha cosa para aprender de ellos, y
también de las rocas y arroyos, y otros aspectos de la naturaleza. No hay nada como una orientación naturalista
para disipar todos esos pensamientos morbosos como "pecado" y
"libre albedrío" y "responsabilidad moral". En una etapa de la historia, esas nociones
fueron realmente útiles. Me refiero a
los días en que los tiranos tenían poderes ilimitados, y sólo el temor al
infierno podía restringirlos. Pero la
humanidad ha progresado desde entonces, y ahora esa horrible forma de pensar ya
no es necesaria.
Puede resultarte útil recordar lo que
una vez dije a través de los escritos del gran poeta Zen Seng-Ts'an:
Si quieres alcanzar la verdad lisa y
llana
No
te preocupes por el bien y el mal.
El
conflicto entre el bien y el mal
Es
la enfermedad de la mente.
¡Veo por tu expresión que estas
palabras te resultan simultáneamente agradables y terribles! ¿De qué tienes miedo? ¿De que si en tu mente eliminas la distinción
entre el bien y el mal será más probable que cometas actos malignos? ¿Qué te hace estar tan seguro de que la
auto-conciencia respecto del bien y el mal no te inclinará hacia actos más
malos que buenos? ¿Honestamente crees
que la gente llamada amoral, cuando llega el momento de la acción y no de la
teoría, se comporta menos éticamente que los moralistas? ¡Claro que no! Incluso la mayoría de los moralistas
reconocen la superioridad ética del comportamiento de la mayoría de aquéllos
que en teoría asumen una postura amoral.
¡Parecen tan sorprendidos de que sin principios éticos, esa gente se comporte tan bien! ¡Nunca se les ocurre que es justamente por
virtud de esa falta de principios morales que su buen comportamiento fluye con
tanta facilidad! ¿Acaso las palabras
"el conflicto entre el bien y el mal es la enfermedad de la mente
humana" no expresan una idea muy parecida a la historia del Jardín del
Edén y la Caída del Hombre a causa de que Adán comiera la fruta del
conocimiento? Ese conocimiento, tenlo
presente, fue de principios éticos, no de sentimientos éticos -- estos últimos
Adán ya los tenía. Hay mucho de verdad
en esa historia, aunque en realidad yo nunca le ordené a Adán que no comiera la
manzana, simplemente se lo aconsejé. Le
dije que no le convenía. ¡Si el maldito
tonto me hubiera escuchado, se habría podido evitar tantos problemas! ¡Pero no, él creía que lo sabía todo! Pero yo desearía que los teólogos finalmente
comprendieran que no estoy castigando a Adán y su descendencia por ese acto,
sino que la propia fruta es venenosa por sí misma, y sus efectos,
desafortunadamente, duran por un gran número de generaciones.
Y ahora realmente debo irme. Espero
que nuestra discusión disipe algo de tu morbosidad ética y la reemplace por una
orientación más naturalista. Recuerda
también las maravillosas palabras que una vez pronuncié a través de la boca de
Lao-tse cuando regañaba a Confucio por sus moralinas:
Toda
esta cháchara sobre bondad y deber, estos pinchazos perpetuos enervan e irritan
al oyente -- Mejor harías en estudiar cómo los Cielos y la Tierra mantienen su
curso eterno, cómo el sol y la luna mantienen su luz, las estrellas sus filas
ordenadas, los pájaros y las bestias sus rebaños, los árboles y los capullos
sus estaciones. Esto también debes
aprender para guiar tus pasos con el Poder Interior, para seguir el curso que
la Naturaleza define; y pronto ya no necesitarás andar publicitando
laboriosamente la bondad y el deber....
El cisne no necesita un baño diario para permanecer blanco.
MORTAL: ¡Sin
duda te gusta la filosofía oriental!
DIOS: ¡No, para
nada! Algunos de mis mejores
pensamientos han florecido en tu tierra natal americana. Por ejemplo, nunca expresé mejor mi noción de
"deber" más elocuentemente que a través de los pensamientos de Walt
Whitman:
No doy nada como deber,
Lo que otros dan como deber, yo doy como
impulso vital.
ooo000ooo
REFLEXIONES
Este diálogo
tan ingenioso y chispeante sirve como presentación de Raymond Smullyan, un
pintoresco lógico y mago que también resulta ser una especie de taoísta, en una
forma muy personal. El diálogo que usted
acaba de leer fue tomado de "El Tao es Silencioso", una colección de
escritos que ilustran lo que sucede cuando un lógico occidental se encuentra
con el pensamiento oriental. El
resultado es a la vez escrutable e inescrutable (como era de suponer).
Debe haber sin
duda una cantidad de personas religiosas que considerarían este diálogo como lo
máximo en blasfemia, tal como algunas personas religiosas consideran blasfemo
caminar en una iglesia con las manos en los bolsillos. Nosotros creemos, al contrario, que este
diálogo es piadoso -- una poderosa
declaración religiosa respecto a Dios, el libre albedrío, y las leyes de la
naturaleza, blasfema sólo en la más superficial de las lecturas. De paso, Smullyan aprovecha a meter (a través
de Dios) muchos golpes al razonamiento llano y difuso, a las categorizaciones
preconcebidas, a las respuestas cómodas, a las teorías pomposas, y a las
rigideces moralistas. En realidad,
deberíamos -- de acuerdo al alegato de Dios en el diálogo -- atribuir su
mensaje, no a Smullyan sino a Dios. Es
Dios, hablando a través del personaje Smullyan, a su vez hablando a través del
personaje Dios, cuyo mensaje nos está siendo transmitido.
Tal como Dios
(o el Tao, o el universo, si se prefiere) tiene muchas partes, todas ellas con
su propio libre albedrío -- por ejemplo usted y yo -- también cada uno de
nosotros tiene partes internas con su
libre albedrío (aunque menos libre que el nuestro). Esto aparece particularmente claro en el
conflicto interno del Mortal respecto a si "él" desea o no
pecar. Existen "seres
interiores" -- homúnculos o subsistemas -- que luchan por el control.
El conflicto
interior es uno de los aspectos más familiares y sin embargo menos comprendidos
de la naturaleza humana. Un famoso
slogan de una marca de papas fritas decía: "¡A que no puede comer sólo
una!", una forma eficaz de recordarnos nuestras divisiones internas. Usted comienza a intentar resolver un
acertijo cautivador (por ejemplo el "cubo mágico de Rubik") y
entonces éste toma el control. No lo
puede dejar. Usted comienza a tocar una
pieza musical o a leer un buen libro, y no puede parar incluso cuando sabe que
tiene muchas otras cosas urgentes que hacer.
¿Quién tiene el
control en este caso? ¿Existe algún ser
superior que pueda dictar lo que sucederá?
¿O sólo hay anarquía, neuronas disparando sin ton ni son y que ocurra lo
que sea? La verdad debe estar en algún
punto medio. Por cierto, en un cerebro
la actividad consiste precisamente en los disparos de las neuronas, tal como en
un país, la actividad es precisamente la suma total de las acciones de sus
habitantes. Pero la estructura de
gobierno -- en sí misma un conjunto de actividades de personas -- impone un
poderoso tipo de control de arriba a abajo en la organización del todo. Cuando el gobierno se vuelve excesivamente
autoritario y un número suficiente de personas se sienten realmente
insatisfechas, existirá la posibilidad de que la estructura total sea atacada y
se derrumbe -- revolución interna. Pero
casi todo el tiempo las fuerzas internas opuestas alcanzan todo tipo de
compromisos, a veces encontrando el punto medio entre dos alternativas, a veces
turnándose en el control, etc. La forma
en que se alcanzan esos compromisos es en sí misma una buena caracterización
del tipo de gobierno. Lo mismo ocurre
con las personas. El estilo de
resolución de los conflictos interiores es uno de los rasgos más fuertes de la
personalidad.
La creencia de
que cada persona es una unidad, una especie de organización unitaria con
voluntad propia, es un mito muy común.
Por el contrario, una persona es una amalgama de muchas subpersonas,
todas con voluntades propias. Las "subpersonas" son
considerablemente menos complejas que la persona completa, y en consecuencia,
tienen muchos menos problemas de disciplina interna. Si ellas a su vez son divididas, posiblemente
sus componentes sean tan sencillos
que consistirán en una mente única -- y si no es así, se puede continuar la
subdivisión. La organización jerárquica
de la personalidad no es algo que resulte agradable para nuestro sentido de
dignidad, pero hay una muy fuerte evidencia a favor de su existencia.
En el diálogo,
Smullyan se aparece con una hermosa definición del Diablo: la desafortunada
longitud de tiempo que les insume a los seres conscientes como un todo,
alcanzar la iluminación. Esta idea del
tiempo que necesita un estado complejo para aparecer ha sido explorada
matemáticamente en forma muy provocativa por Charles Bennett y Gregory Chaitin. Ellos teorizan que puede ser posible
demostrar, mediante argumentaciones similares a las utilizadas en el Teorema de
la Incompletitud de Goedel, que no puede existir un atajo hacia el desarrollo
de más altas inteligencias, (o si se prefiere, de estados mas
"iluminados"); en suma, que "el Diablo" debe realizar su
tarea.
Hacia el final
del diálogo, Smullyan encara aspectos con los que hemos tratado a lo largo del
libro -- el intento de reconciliar el determinismo y "causalidad hacia
arriba" de las leyes de la naturaleza, con el libre albedrío y la
"causalidad hacia abajo" que todos sentimos que ejercemos. Su astuta observación de que a menudo decimos
"estoy determinado a hacer esto" cuando en realidad queremos
significar "he elegido hacer esto" lo lleva a su juicio del libre
albedrío, comenzando con la afirmación de Dios de que "determinismo y
elección son mucho más cercanos de lo que pudiera parecer". La elegantemente trabajada reconciliación que
hace Smullyan de estas perspectivas depende de nuestra voluntad para cambiar de
punto de vista -- cesar de pensar "dualisticamente" (dividir al mundo
en partes como "yo" y "no yo"), y ver el universo entero
como ilimitado, con las cosas fluyendo unas dentro de otras, superponiéndose,
sin categorías definidas o bordes.
En principio,
este parece un punto de vista muy raro para ser propuesto por un lógico --
pero, ¿quién dice que los lógicos deben ser siempre estreñidos y rígidos? ¿Por
qué no podrían ser los lógicos, más que nadie, quienes se den cuenta de los
campos en los que la lógica limpia, de contornos duros, necesariamente
encontrará problemas al tratar con este universo caótico y desordenado? Una de las afirmaciones favoritas de Marvin
Minsky es "La lógica no se aplica al mundo real". En un sentido, esto es cierto. Esta es una de las dificultades con las que
se están encontrando los que trabajan en inteligencia artificial. Están descubriendo que ninguna inteligencia
puede basarse únicamente en razonamiento; o de otra forma, que el razonamiento
aislado es imposible, porque el razonamiento depende de la configuración previa
de un sistema de conceptos, percepciones, clases, categorías -- llámelos como
quiera -- en referencia a los cuales son comprendidas todas las situaciones. Es allí donde entran en escena los sesgos, la
predisposición y la selección. No sólo
debe estar dispuesta la facultad de razonamiento a aceptar la primera
caracterización de una situación que le entregue la facultad de percepción,
sino además, si tiene dudas respecto a esas perspectivas, la facultad de
percepción debe a su vez estar dispuesta a aceptar esas dudas y volver a
interpretar la situación, creando un lazo continuo entre niveles. Este juego entre subseres perceptivos y
razonantes, trae a la existencia un ser total -- un Mortal.
Douglas R. Hofstadter.
“The Mind´s I”, Hofstadter, Dennett
traducción: Hugo Donner
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