miércoles, 14 de septiembre de 2016

Buenas y Malas Razones para Creer (R. Dawkins)


Buenas y Malas Razones para Creer
Richard Dawkins
“The Devil´s Chaplain” (El Abogado del Diablo)

Traducción: Hugo Donner, 2012


Querida Julieta,

Ahora que cumpliste diez años, quiero escribirte sobre algo que me importa mucho.
¿Alguna vez te preguntaste cómo sabemos las cosas que sabemos?  ¿Cómo sabemos, por ejemplo, que las estrellas, que parecen pequeños agujeros de alfiler en el firmamento, son en realidad enormes y lejanas bolas de fuego como el sol?

La respuesta a esas preguntas es “evidencia”.  Algunas veces, evidencia significa realmente ver (o escuchar, sentir, oler…) que algo es verdadero.   Los astronautas viajaron suficientemente lejos de la tierra para ver con sus propios ojos que es redonda.  Algunas veces nuestros ojos necesitan ayuda.  La “estrella vespertina” luce como un destello brillante en el cielo, pero con un telescopio se puede ver que es una hermosa esfera – el planeta que llamamos Venus.  Algo que se aprende por visión directa (u oído o sentido…) se llama observación.

A menudo la evidencia no es solamente observación por sí misma, pero en el fondo siempre hay una observación.  Si ha habido un asesinato, generalmente nadie (¡excepto el asesino y el muerto!) lo ha observado.  Pero los detectives pueden reunir muchas otras observaciones que pueden todas ellas apuntar hacia un sospechoso en particular.  Si las huellas digitales de una persona coinciden con las encontradas en una navaja, eso es evidencia de que la tocó.  No prueba que esa persona cometió el asesinato, pero puede ayudar al unir ese dato con muchas otras evidencias.  A veces un detective se pone a pensar sobre todo un conjunto de evidencias y súbitamente se da cuenta de que todas encajan y tienen sentido si tal persona cometió el asesinato.

Los científicos – especialistas en descubrir qué cosas sobre el mundo y el universo son ciertas – usualmente trabajan de la misma manera que los detectives.  Hacen una conjetura (llamada hipótesis) sobre qué podría ser cierto.  Luego se dicen a sí mismos: si esto fuera cierto, entonces deberíamos ver tal y cual cosa.  Esto se llama una predicción.   Por ejemplo, si el mundo es realmente redondo, podemos predecir que un viajero, continuando en la misma dirección, debería finalmente volver al punto de partida.  Cuando un doctor te dice que tienes sarampión no es porque vio el sarampión con una simple mirada.  Su primera mirada le da una hipótesis de que pudiera tratarse de sarampión.  Luego se dice a sí mismo: si ella realmente tuviera sarampión, debería ver…  Entonces repasa su lista de predicciones y las comprueba con sus ojos (¿tienes manchas?), sus manos (¿tu frente está caliente?) y sus oídos (¿tu pecho silba en forma sarampionosa?).   Sólo entonces toma su decisión y dice, “Diagnostico que la niña tiene sarampión”.  Algunas veces los médicos necesitan hacer otras pruebas como análisis de sangre o rayos X, que ayudan a sus ojos, manos y oídos a hacer observaciones.

La forma en que los científicos usan la evidencia para aprender sobre el mundo es mucho más ingeniosa y complicada de lo que puedo decir en una corta carta.  Pero ahora quisiera dejar de hablar de la evidencia, que es una buena razón para creer en algo, y advertirte contra tres malas razones para creer cualquier cosa.  Se llaman “tradición”, “autoridad” y “revelación”.
Primero, “tradición”. Hace unos meses, aparecí en la televisión en una discusión con unos 50 niños.  Estos niños fueron invitados porque habían sido criados en diferentes religiones.   Algunos habían sido criados como cristianos, otros como judíos, musulmanes, hindúes o sikhs. El hombre del micrófono iba de niño en niño preguntándoles qué creían.  Sus respuestas muestran exactamente lo que quiero decir por “tradición”.  Sus creencias no tenían conexión alguna con la evidencia.  Simplemente repitieron las creencias de sus padres y abuelos, las que a su vez, tampoco tenían base en evidencia alguna.
Dijeron cosas como, “Nosotros los hindúes creemos esto o aquello.” “Nosotros los musulmanes creemos así y así.” “Nosotros los cristianos creemos otras cosas.”

Por supuesto, desde que todos creían cosas diferentes, no podían todos estar en lo cierto. El hombre del micrófono parecía creer que todo eso estaba muy bien y ni siquiera intentó hacerlos discutir sus diferencias.  Pero ese no es el punto que quiero presentar.  Solo quiero preguntar por el origen de sus creencias.  Vienen de la tradición.  Tradición significa creencias pasadas de abuelo a padre a hijo y así sucesivamente.  O en libros entregados a través de los siglos.   Las creencias tradicionales a menudo comienzan a partir de casi nada; quizá alguien simplemente las inventó en su origen, como las historias sobre Thor y Zeus.  Pero luego de haber sido pasadas a través de algunos siglos, el simple hecho de ser tan antiguas las hace parecer especiales.  La gente cree cosas simplemente porque la gente ha creído las mismas cosas por siglos.  Eso es la tradición.

El problema con la tradición es que, sin importar cuánto tiempo hace que la historia se inventó, sigue siendo tan verdadera o falsa como lo fue originalmente.  Si se inventa una historia que no es cierta, ¡su transmisión durante cualquier número de siglos no la hace más cierta!

La mayoría de las personas en Inglaterra han sido bautizadas en la Iglesia anglicana, pero ésta es solamente una de tantas ramas de la religión cristiana.  Hay otras tales como las iglesias rusa ortodoxa, católica romana y metodistas.  Todas ellas creen cosas diferentes.  La religión judía y la religión musulmana son aún algo más diferentes; y hay diferentes tipos de judíos y musulmanes.   Gente que cree cosas apenas algo diferentes que otras, a menudo va a la guerra por sus discrepancias.  Por lo tanto uno pensaría que deben tener muy buenas razones – evidencia – para creer lo que creen.  Pero en realidad, sus diferentes creencias se deben enteramente a diferentes tradiciones.

Hablemos de una tradición particular.  Los católicos romanos creen que María, la madre de Jesús, fue tan especial que no murió sino que fue elevada físicamente al Paraíso.  Otras tradiciones cristianas discrepan, diciendo que María efectivamente murió como todos.  Esas otras religiones no hablan mucho sobre ella y, a diferencia de los católicos romanos, no la llaman “Reina de los Cielos”.  La tradición de que el cuerpo de María fue elevado al paraíso no es demasiado antigua.   La biblia no dice nada sobre cuándo o cómo murió; de hecho la pobre mujer apenas se menciona en la biblia.  La creencia de que su cuerpo fue elevado al paraíso no se inventó hasta aproximadamente seis siglos después de la época de Jesús.  Al principio sólo se inventó, de la misma manera que se inventó cualquier historia como Blancanieves.  Pero, al paso de los siglos, se convirtió en tradición, y la gente comenzó a tomarla en serio simplemente porque la historia había sido transmitida a lo largo de tantas generaciones.  Cuanto más vieja se hacía la tradición, más gente la tomaba en serio.  Finalmente fue inscripta como una creencia oficial de la iglesia católica romana muy recientemente, en 1950.  Pero la historia no era más verdadera en 1950 que lo que fue cuando se inventó por primera vez 600 años después de la muerte de María.

Regresaré a la tradición al final de la carta para verla desde otro ángulo.  Pero primero debo tratar las otras dos malas razones para creer en algo; la autoridad y la revelación.

Autoridad, como razón para creer en algo, significa creerlo porque alguien importante nos ha dicho que lo creamos.  En la iglesia católica romana, el Papa es la persona más importante, y la gente cree que debe estar en lo cierto simplemente porque es el Papa.  En una rama de la religión musulmana, la gente importante son viejos de barba llamados Ayatolás.  Muchos jóvenes musulmanes están listos a cometer asesinatos solo porque los ayatolás en un país lejano les dicen que lo hagan.

Cuando digo que fue tan recientemente como 1950 que se les dijo a los católicos romanos que debían creer que el cuerpo de María se disparó al cielo, lo que quiero decir es que en 1950 el Papa le dijo a la gente que debían creer eso.  Y listo.  El Papa dijo que era cierto, ¡por lo tanto debía ser cierto!  Ahora,  probablemente algunas de las cosas que ese Papa dijo en su vida eran ciertas y otras no.  No hay ninguna buena razón para creer que todo lo que dijo era cierto solo por ser el Papa, ni más ni menos que lo que creemos sobre lo que otra gente dice.  El papa actual ordenó a sus seguidores que no limiten el número de sus hijos.  Si se obedeciera su autoridad tan ciegamente como él quisiera, los resultados podrían ser terribles hambrunas, enfermedades y guerras causadas por la sobrepoblación.

Claro está que incluso en la ciencia, algunas veces no hemos visto la evidencia por nosotros mismos y debemos dar por buena la palabra de otro.  Yo no he visto con mis propios ojos la evidencia de que la luz viaja a 300.000 quilómetros por segundo.   En lugar de ello, creo en los libros que me informan sobre la velocidad de la luz.  Esto se parece a la “autoridad”.  Pero en realidad es mucho mejor que la autoridad porque los que escribieron los libros sí han visto la evidencia y cualquiera es libre de examinar minuciosamente la evidencia si lo desea.  Eso es muy reconfortante.   Pero ni siquiera los sacerdotes afirman que haya alguna evidencia para su historia sobre el cuerpo de María disparándose a los cielos.

El tercer tipo de mala razón para creer en algo se llama “revelación”.  Si se le hubiera preguntado al Papa en 1950 cómo supo que el cuerpo de María desapareció en el cielo, probablemente habría dicho que le había sido “revelado”.  Se encerró en su habitación y rezó para recibir una guía.  Pensó y pensó, él solito, y se sintió cada vez más seguro en su interior.  Cuando los religiosos experimentan una sensación interior de que algo debe ser cierto, aunque no haya ninguna evidencia de que sea verdad, llaman a esa sensación “revelación”.  No son sólo los papas los que aseguran tener revelaciones.  Mucha gente religiosa también lo afirma.  Es una de sus principales razones para creer las cosas que creen.  Pero ¿es una buena razón?

Supongamos que te digo que tu perro ha muerto. Te sentirías muy mal y probablemente dirías, “¿Estás seguro?  ¿Cómo lo sabes?  ¿Cómo ocurrió?  Ahora supón que yo contestara: “En realidad no sé si Manchitas está muerto.  No tengo ninguna evidencia.  Solo tengo esta rara sensación profundamente dentro de mí de que está muerto.”  Sin duda te enojarías mucho conmigo por asustarte, porque sabrías muy bien que una “sensación” interior, por sí misma, no es una buena razón para creer que una mascota haya muerto.  Necesitas evidencia.  Todos tenemos “sensaciones” interiores de vez en cuando, y a veces resultan verdaderas y a veces no.  De hecho, distintas personas experimentan sensaciones opuestas, por lo tanto ¿cómo podemos decidir cuál es la sensación correcta?  La única manera de estar seguro de que un perro está muerto es verlo muerto, o escuchar que su corazón se detuvo; o que nos lo diga alguien que haya visto u oído alguna evidencia real de que está muerto.

A veces la gente nos dice que debemos creer en las sensaciones profundas, de otra forma nunca podrás tener confianza en cosas como “Mi esposa me ama”.   Pero ese es un mal argumento.  Puede haber más que suficiente evidencia de que alguien te ama.   A lo largo del día cuando estás con alguien que te ama, ves y escuchas muchos pedacitos de evidencia, y todos se suman.  No es puramente una sensación interna, como la sensación que los sacerdotes llaman revelación.  Hay cosas externas que respaldan la sensación interna: miradas a los ojos, notas tiernas en la voz, pequeños favores y generosidades; todo eso es verdadera evidencia.

A veces la gente tiene una fuerte sensación interior de que alguien los ama sin ninguna evidencia en absoluto, y es posible que estén completamente equivocados.  Hay gente con una fuerte sensación interior de que una famosa estrella de cine los ama, cuando en realidad la estrella de cine ni tiene noticia de su existencia.  La gente como esa tiene la mente enferma.   Las sensaciones interiores deben estar respaldadas por evidencia, en caso contrario no son confiables.

Las sensaciones interiores también son valiosas en la ciencia, pero sólo para dar ideas que luego son analizadas buscando evidencia.  Un científico puede tener una “intuición” sobre una idea que se “siente” correcta.  En sí misma, esta no es una buena razón para creer algo.   Pero puede ser una buena razón para dedicar algún tiempo a hacer algún experimento particular, o buscar evidencia de alguna manera especial.  Los científicos utilizan sensaciones interiores todo el tiempo para hacerse de ideas.  Pero éstas no tienen ningún valor hasta que sean respaldadas por evidencia.

Prometí que volvería al tema de la tradición para verlo desde otro ángulo.  Quisiera intentar explicar porqué la tradición es tan importante para nosotros.  Todos los animales son construidos (por un proceso llamado evolución) para sobrevivir en el lugar en el que normalmente habita su especie.  Los leones son construidos para ser buenos sobreviviendo en las llanuras africanas.  Los langostinos son construidos para ser buenos para sobrevivir en agua dulce, mientras que las langostas son construidas para ser buenas sobreviviendo en agua salada.  Las personas son también animales, y estamos construidas para ser buenas sobreviviendo en un mundo lleno de … otras personas.   La mayoría de nosotros no caza para obtener la comida como los leones o las langostas, la compramos a otras personas que a su vez la han comprado a otras.   “Nadamos” en un “mar de gente”.  Tal como un pez necesita agallas para sobrevivir en el agua, las personas necesitan cerebros que les permiten tratar con otras personas.  Tal como el mar está lleno de agua salada, el mar de personas está lleno de cosas difíciles para aprender.  Como el lenguaje.

Tú hablas español pero tu amiga Ann-Kathrin habla alemán.  Cada una de ustedes habla el lenguaje que les facilita “nadar” en su propio “mar de gente”.  El lenguaje se transmite por tradición.  No hay otra forma.  En Uruguay, Manchitas es un perro.   En Alemania es ein Hund.   Ninguna de esas palabras es más correcta o más verdadera que la otra.   Las dos son simplemente dadas.  Para ser buenos “nadando en su mar de personas”, los niños deben aprender el lenguaje de su propio país, y muchas otras cosas sobre su propia gente; y eso significa que deben absorber, como papel secante, una enorme cantidad de información tradicional.  (Recuerda que información tradicional solamente significa cosas que se transmiten de abuelos a padres a hijos.)  El cerebro del niño debe ser una aspiradora de información tradicional. Y no se puede esperar que el niño seleccione y separe información tradicional buena y útil como las palabras del lenguaje, de información tradicional mala y tonta, como creer en brujas y demonios y vírgenes inmortales.

Es una pena, pero no se puede evitar, que porque los niños deben ser aspiradoras de información tradicional, tiendan a creer todo lo que los mayores les digan, sea verdadero o falso, correcto o equivocado.   Mucho de lo que los mayores les dicen es cierto y basado en evidencia, o por lo menos sensato.  Pero si algo de ello es falso, tonto o incluso perverso, no hay nada que evite que los niños también lo crean.  Ahora, cuando los niños crecen, ¿qué hacen?  Bueno, por supuesto se lo dicen a la siguiente generación de niños.  Por lo tanto, una vez que algo es fuertemente creído – incluso si es completamente falso y nunca hubo razón alguna para creerlo originalmente – puede continuar indefinidamente.

¿Puede ser eso lo que ocurrió con las religiones?  La creencia de que hay un dios o dioses, la creencia en el Paraíso, la creencia de que María nunca murió, la creencia de que Jesús nunca tuvo un padre humano, la creencia de que las plegarias son respondidas, la creencia de que el vino se convierte en sangre – ninguna de esas creencias está respaldada por ninguna buena evidencia.  Sin embargo millones de personas las creen.  Quizá sea porque se les dijo que las creyeran cuando eran tan jóvenes como para creer cualquier cosa.

Millones de otras personas creen cosas bastante diferentes, porque se les dijeron cosas diferentes cuando eran niños.  A los niños musulmanes se les dijeron cosas diferentes que a los niños cristianos, y ambos crecieron totalmente convencidos de que estaban en lo correcto y los otros equivocados.  Incluso entre los cristianos, los católicos romanos creen cosas diferentes que los anglicanos o los episcopales, mormones o cuáqueros, carismáticos o sacudidos, y todos están completamente convencidos de que ellos están en lo cierto y los demás están equivocados.  Creen cosas diferentes exactamente por las mismas razones por las que tú hablas inglés y Ann-Kathrin habla alemán.  Los dos lenguajes son, en sus propios países, el lenguaje correcto para hablar.  Pero no puede ser verdad que diferentes religiones sean ciertas en sus propios países, porque las diferentes religiones afirman cosas opuestas.  María no puede estar viva en la República Católica de Irlanda y muerta en Irlanda del Norte Protestante.

¿Qué podemos hacer con todo esto?  No es fácil para ti hacer algo, porque solo tienes diez años.  Pero puedes intentar esto.  La próxima vez que alguien te diga algo que suena importante, piensa para ti misma: “¿Es éste el tipo de cosa que la gente probablemente sabe por evidencia?   ¿O es el tipo de cosa que la gente sólo cree a causa de la tradición, la autoridad o la revelación?  Y la próxima vez que alguien te diga que algo es verdad, ¿porqué no preguntarle: “¿Qué clase de evidencia hay para eso?”  Y si no pueden darte una buena respuesta, espero que pienses muy cuidadosamente antes de creerles una sola palabra.

Tu padre que te quiere.



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