jueves, 15 de septiembre de 2016

¿Somos Cómplices o Idiotas? Reflexiones (en su momento) sobre Mico Mandante Chávez

¿Somos cómplices o idiotas?
Por José Luis Milia - www.notiar.com.ar

No nos hagamos ilusiones. Ni siquiera somos idiotas útiles, lo que nos daría un cierto lugar en el purgatorio de los alcahuetes y traidores. Somos simplemente idiotas.

Algunas voces se han alzado con tono tremendista tratando de igualar a Chávez con Stalin. Yo no me atrevería a comparar al comandante bolivariano con Yosip Dugashvylli. Este malnacido era en sus inicios, y más aún después, una cosa seria. Tanto que todo el mundo, salvo algún irresponsable con vocación de suicida, lo tomaba en serio y sabían cuanta maldad podía caberle.
Chávez es otra cosa. Para empezar es un “golpista” tropical y cumbiambero, y su golpe, que apuntaba a destruir un sistema político corrupto tuvo en su momento algo de chirinada romántica y chévere aunque quienes hoy lo acompañan fueron los primeros en denostarlo como otro “militarote” con pretensiones de Mesías.
Claro que, el comandante aún no había aprendido los seis o siete “sésamo ábrete” que son las llaves necesarias para que una izquierda que en Latinoamérica discurre entre la confusión y la estupidez apoye a cualquier burro en el que cree que si se monta éste le permitirá cumplir su “destino manifiesto” de hacer la revolución social.
Pero Chávez no es bruto, aunque se muestre inmerso en confusiones y anarquías mentales. Y hoy no tengo dudas que todo este circo permanente del cual es gerente, domador, saltimbanqui y payaso es hecho a sabiendas, pues le conviene que lo tomen por irreflexivo y exaltado.
No dudo que Chávez lee mucha historia. Que saque de sus lecturas conclusiones equivocadas no es algo que a él le importe mucho y lo peor es que a nosotros solo nos importa la parte jocosa del personaje. En lo que si se esmera es en disimular sus verdaderas intenciones con sus actitudes de patán, de tal manera que miremos el envoltorio y no lo que trae el paquete.
El precisa hacer de cada reunión del MERCOSUR un bailongo con ritmo de joropo, de cada reunión iberoamericana un truco de malhablados y de cada enemigo que se adjudica un íncubo medieval. Es, y no tiene pudor en mostrarse así, un nuevo rico guarango y marrullero, que consigue que la tribuna grite sus goles, tanto si con aires de lecho ardiente se muestra con modelos o embajadoras, como cuando estrena nuevas adjetivaciones para Jorge W., y que en pose de consegliere utiliza su dinero para comprar los cómplices necesarios para su plan.
El no tiene empacho en mostrarse con lo peor, Y hasta es capaz de decir que él, al igual que Jesucristo, tiene la obligación de juntarse con los pecadores y si en el fondo Nuestro Señor perdonó a Barrabás, que tiene de malo que sea íntimo de Ahmadinejad, y aunque nos hayamos olvidado – otro ejemplo de cómo las actitudes del personaje nos hacen olvidar su esencia – que no hace más de cuatro días sumó a su círculo fraternal a los chicos traviesos de las FARC, un movimiento que él se empeña en definir como de profunda raigambre democrática aunque que en otros lugares - no aquí en Argentina, por supuesto - serían catalogados, como mínimo, como delincuentes organizados.
Para hacer una revolución “bolivariana”, o lo que es lo mismo, un fandango trágico, cosa que a él lo tiene sin cuidado es necesario tener activistas, idiotas útiles, cómplices e idiotas a secas que se olviden de las cosas graves, que se rían de la grosería de sus desplantes o que le caigan simpático los aires bufonescos del personaje de marras.
Claro que la división entre idiotas e idiotas útiles es tan tenue que a veces se confunden los roles. Entonces, que cada uno catalogue las actitudes de los referentes del MERCOSUR frente a este nuevo dislate del comandante. Que cada uno defina la categoría en que incluiría a los políticos que no han dicho una palabra sobre las nuevas ideas del simpático bolivariano referido a los narcoterroristas colombianos. Pero por favor, no nos dejemos engañar.
Seamos conscientes que quienes han comprado la marca “Latinoamérica” no les interesa mucho los ejemplos morales (salvo el Evo) pero la idea de un batifondo sangriento la tienen incorporada a sus cerebros como una asignatura pendiente y necesaria. No obstante no cabe en este caso comparar al comandante con Stalin. Ese metía miedo desde el vamos y éste quiere hacerse ver como un bufón tranquilo que sólo actúa para divertir.
Lo que me preocupa es que hace ochenta años a un tipo con bigotito y flequillo que frecuentaba cervecerías también lo consideraron un payaso.

Gentileza de "El Tábano" para NOTIAR


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