lunes, 5 de septiembre de 2016

papá, quiero ser empresario


-          Hijo, ya vas teniendo edad de conseguir un trabajo y colaborar con los gastos del hogar.

-          No papá, yo no quiero “un trabajo”.  Yo quiero ser empresario.  No te ofendas, pero no quiero llegar a viejo como tú y seguir peleándola para ver cómo llegamos a fin de mes, sin un respaldo en el banco y con la perspectiva de una jubilación miserable.  
Quiero poder tener todo lo que imagine, una buena casa, un buen auto, viajes, buena educación para mis hijos, en fin, todo lo que vemos en la televisión.
Y además escuché decir a un conferencista en el liceo, tipo raro él, que para que un país progrese se necesita crear riqueza, y que la única manera probada de crear riqueza es a través de las empresas, y que las únicas empresas que funcionan son las que tienen un dueño al frente.  Y que además es la única manera de que los que prefieren ser empleados, que es también una decisión respetable, encuentren puestos de trabajo donde puedan ganar lo que merecen.  A mí me encantaría poder ser un empresario así, exitoso, con mucha plata y cumpliendo un importante rol social.

-          Pero ¿sos consciente de que las chances de éxito son pocas?   Ser empresario es estar dispuesto a correr grandes riesgos y a que puedas perder todo en un mal año, por mil posibles razones.  O que trabajes durante años sin lograr siquiera sacar el equivalente a un mal sueldo.

-          Si, lo sé, me lo explicaron, pero me tengo confianza.

-          Y también tenés que estar dispuesto a trabajar largas horas, más que las que trabajarán tus empleados.  No habrá fines de semana libres, por lo menos al principio.  Y lo que es peor, al terminar la jornada de trabajo, no podrás olvidarte de los problemas pendientes, te los vas a llevar contigo a la cama y te costará dormir.

-          Por supuesto, eso lo tengo claro; pero soy fuerte, sano y no creo que nadie me gane en fuerza de voluntad.

-          Pero vas a tener que convencer de todo eso a tu familia, que en muchos momentos no comprenderá que dediques todo tu tiempo a la empresa.

-          Creo que voy a poder lograr un buen equilibrio en ese tema, o por lo menos saber explicar porqué es necesario hacerlo.

-          De acuerdo, pero también tené en cuenta que el estado te va a sacar una buena tajada a través de impuestos…

-          Si, claro, está bien!

-          …cada vez más altos y arbitrarios, y además te va a poner todas las piedras en el camino que pueda imaginar para hacerte pagar sus ineficiencias infinitas y sus caprichos ruinosos.

-          Ummm!

-          Y la frutilla de la torta serán los problemas que tendrás con tu propio personal, por mejor que sea tu trato y relación con ellos.  Aparecerá un sindicato que te hará la vida imposible, no porque no cumplas con las leyes laborales ni seas generoso en las retribuciones, sino porque quieren que el país esté organizado mediante otro sistema económico y social, uno que probadamente no funciona y que donde se intentó solo generó miseria y mayor injusticia.  Como consecuencia de ello, se te verá como “el enemigo”.
Y lo peor de todo es que la mayoría de la población, como consecuencia de una tara generalizada, también comparte ese sentimiento.  En el mejor de los casos te considerarán “un mal necesario”; en el caso promedio una lacra y hasta un criminal.

-          Me quedó claro.  ¿Dónde hay que firmar para conseguir ese puestito en la intendencia?



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